Red internacional de alerta de asteroides: Cientos de ojos expertos vigilan los cielos para prevenir un impacto devastador
2.500 están considerados potencialmente peligrosos y son los que se acercan a menos de 7,5 millones de kilómetros, con un tamaño superior a los 140 metros

La vigilancia contra el poder devastador de los asteroides
Publicado el - Actualizado
9 min lectura
Por el momento se han descubierto cerca de 39.000 asteroides de la categoría conocida como próximos a la Tierra, caracterizados por poseer órbitas que cruzan la órbita de la Tierra. Entre ellos, unos 2.500 están considerados potencialmente peligrosos. Son los que se acercan a menos de 7,5 millones de kilómetros y que poseen un tamaño superior a los 140 metros. Las agencias espaciales de todo el mundo vigilan el cielo y estudian formas de defensa para evitar un impacto devastador en nuestro planeta.
Hace pocos años todos los telescopios del mundo apuntaban a una región del cielo por la que transitaba Apofis, un asteroide de 375 metros de diámetro cuya órbita predecía un posible impacto con la tierra. El estudio exhaustivo de sus movimientos ha permitido que los astrónomos hayan descartado el impacto, aunque pasará muy cerca del planeta en 2029, a 32.000 kilómetros.
La preocupación de los investigadores se centra en otro cuerpo celeste algo más pequeño, de entre 40 y 90 metros, también descubierto el año pasado, en diciembre, conocido como 2024 YR4, que si bien no llegará a la tierra, podría impactar en la Luna en 2032.
Cientos de ojos expertos están pendientes de lo que ocurre más allá de nuestra imaginación para detectar amenazas e ingeniar formas de detenerlas. Por el momento, podemos estar tranquilos. El experto del CSIC Josep Maria Trigo afirma rotundo que no existe amenaza real en estos momentos. ”No conocemos ni siquiera en los próximos miles de años -asegura- un asteroide suficientemente grande, digamos de tamaño kilométrico, capaz de poner la Tierra en jaque. Mucho menos de las dimensiones y consecuencias a escala global como el que produjo la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años, que poseía alrededor de 12 kilómetros de diámetro. La frecuencia de impacto de asteroides de esa magnitud la estimamos en varias decenas de millones de años”. Hasta la fecha, los distintos programas de seguimiento telescópicos tienen localizados 150 asteroides de especial interés, cuerpos rocosos con un tamaño superior al kilómetro perfectamente monitorizados, se cuantifican telescópicamente sus órbitas con lo que se sabe que, a escalas de miles de años en el futuro, no supondrán ningún riesgo.
LA RED DE OBSERVACION DE OBJETOS CERCANOS A LA TIERRA
Es nuestra primera línea de defensa. Acopia telescopios con grandes capacidades de rastreo repartidos por todo el mundo. Utiliza telescopios terrestres, entre ellos el Gran Telescopio Canarias (GTC) y los telescopios del Observatorio del Teide del IAC, el Telescopio robótico Joan Oró del IEEC y otros telescopios espaciales, como el James Webb o el Telescopio Hubble. En definitiva “se trata de una iniciativa multi instrumental repartida por todo el globo terráqueo -aclara el autor del libro “La Tierra en peligro: el impacto de asteroides y cometas” premiado como el mejor libro de ciencia y tecnología del 2023 por la Red Vives de Universidades - en que telescopios con gran capacidad de seguimiento de objetos rápidos moviéndose entre las estrellas, realizan tareas de descubrimiento, seguimiento y catalogación de estos objetos que, en determinadas ocasiones, son suficientemente grandes y pasan suficientemente cerca como para pasar a la categoría de potencialmente peligrosos”.
Una vez detectado el objeto y catalogado como potencialmente peligroso, si el estudio dinámico de su órbita propagando su movimiento en el futuro proporciona una probabilidad de colisión con la Tierra superior al 1% “se eleva a las instancias de la ONU, estableciéndose un protocolo para hacer un seguimiento exhaustivo desde todos los observatorios que forman esta red global. Lo que se busca, evidentemente, es obtener la máxima información posible: midiéndose el movimiento de ese asteroide en el cielo, para poder ir mejorando su órbita y, por tanto, precisar mejor su encuentro futuro con la Tierra, estimando si la probabilidad se incrementa o se reduce”. En la experiencia del doctor Trigo “lo más probable es que al final se descarte el peligro. Pero una vez descubierto, la incerteza en su movimiento propagado a la fecha del presumible impacto será grande y entonces, dará lugar a probabilidades de impacto aparentemente altas”.
CÁLCULOS PRECISOS
Los cálculos, por metafísicos que nos parezcan, son más precisos de lo que podríamos pensar para objetos que se mueven tan rápido. Y el sistema de vigilancia mejora día a día, basado en cámaras digitales ultrasensibles y automatizadas, con lo que, asegura el astrofísico, el número de asteroides detectados aumentará exponencialmente en los próximos meses con el programa de seguimiento del Observatorio Vera Rubin en Chile. El conocimiento de los ya detectados, mejora en función del número de observaciones. “No es lo mismo observar desde 50 observatorios un objeto durante una noche que tener esas observaciones separadas a lo largo de una semana. A mayor tiempo de cobertura obtendremos en el cielo un arco mayor, midiendo la posición del asteroide en función de las estrellas, lo que se llama la astrometría. En base a esas medidas, iremos ajustando las observaciones en relación con las estrellas de fondo, para trazar una órbita heliocéntrica que tenga al Sol en uno de sus focos y que, por tanto, describirá el movimiento del objeto durante todo un periodo orbital, permitiendo hacer predicciones de futuros pasos. Con ello, si un objeto acabado de descubrir ha pasado cerca de la Tierra, podría ser que tardase decenas de revoluciones hasta volver a pasar cerca de la Tierra. Esto ya dependerá de la geometría peculiar de cada órbita respecto a la de la Tierra. De esa manera, las observaciones permitirán ir mejorando las predicciones cuando ese objeto haya sido seguido a lo largo de años, en sucesivos retornos, permitiendo precisar cómo ese objeto se comporta”.
Pero no solo estudian tamaño y trayectoria, también son capaces de determinar la composición de la roca que nos amenaza, porque “analizamos sus espectros a través de telescopios o, incluso mejor, creamos misiones que los visiten, obteniendo imágenes precisas de cómo son. También se emplean espectroscopios que analizan la capacidad reflectiva de cada objeto, es decir, cómo refleja la luz del Sol en cada longitud de onda. Los espectros permiten precisar una composición mineralógica que suele ser similar a la de los meteoritos que llegan a la Tierra. En función de esa mineralogía que nos indiquen sabremos de qué está hecho. Esto resulta fundamental para poderlos equiparar a los meteoritos que conocemos, cuyas propiedades físico-químicas permiten planear técnicas paliativas eficientes para desviarlo, por ejemplo”.
LAS MISIONES DART de NASA Y HERA de la ESA
El investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC) participa en dos de las misiones más conocidas de la defensa planetaria contra los asteroides.
La misión DART de la NASA puso a prueba una tecnología para desviar el satélite de un asteroide binario llamado Didymos. “El cuerpo rocoso principal posee un eje mayor de 760 metros y el satélite posee 170 metros”. Esa misión de la NASA empleó un impactador cinético, una sonda de unos 580 kg en el momento de impacto “impulsada a más de 6 kilómetros por segundo, chocó de manera autónoma contra ese satélite. El experimento era crucial dado que no sabíamos cómo se iba a comportar el asteroide, al ser un gran amasijo de rocas débilmente unidas por la propia gravedad del conjunto”.
El experimento fue un gran éxito “pudimos acortar el periodo orbital de ese asteroide. La idea era hacerlo como mínimo de algo más de un minuto, pero en realidad conseguimos 23 minutos, lo cual es un hito y demuestra que este tipo de sistema de deflexión, de desvío de asteroides, es muy útil. Y, de hecho, podríamos incluso llegar a desviar asteroides kilométricos con sólo cambiar el tamaño de la sonda”.
Alienta la esperanza que científicos como el doctor Trigo consideren el resultado una gran noticia. “Tenemos un sistema muy práctico y fácil de desarrollar en el que prácticamente aceleras una sonda hasta que alcanza una velocidad ya muy considerable y de esa manera puedes desviar asteroides siempre y cuando, claro está, los descubras a tiempo, tengas suficientemente de datos como para poder predecir y tengas un margen de semanas o meses para poder desarrollar ese sistema paliativo”.
La misión HERA sigue la estela de la DART volviendo a visitar el sistema de Didymos “lo que se va a hacer es comprobar los efectos que ha tenido el impacto de DART y realizar una serie de experimentos in situ para comprender mejor tanto la estructura interna como superficial, los efectos del impacto y la composición de esos dos asteroides. Desde luego el paso del asteroide Apofis va a ser otra oportunidad para estudiar estos cuerpos rocosos, al pasar muy cerquita de la Tierra el 13 de abril de 2029 Preparando el encuentro cercano con el asteroide Apophis en 2029. Y todo lo que podamos aprender de ellos será un paso gigante para después realmente no temerlos, sino conocer cómo desviarlos, por ejemplo”.
REVOLUCION EN LA DETECCIÓN DE ASTEROIDES
El sistema de vigilancia se está perfeccionando, nos cuenta el investigador. En el hemisferio sur ya disponemos una nueva forma sistemática de rastrear asteroides tomando imágenes del cielo completo cada tres noches. “Lo puede hacer el observatorio Vera Rubin (en Chile), dentro de un programa que se llama la “Investigación del espacio-tiempo como legado para la posteridad”. En su primera luz ya ha permitido miles de asteroides por semana, con lo cual es muy posible que si hoy en día conocemos algo menos de un millón de asteroides, en el primer año de operaciones del observatorio Vera Rubin sus descubrimientos puedan llegar a igualar o, incluso, superar ese número actual”.
A esto se suma la puesta en marcha de un nuevo telescopio por parte de la Agencia Europea del Espacio, el FlyEye, también ubicado en Chile, que es capaz de detectar asteroides que se mueven a muchísima velocidad, a menudo muy pequeñitos y que pasan cerca de la tierra “moviéndose a velocidades de 50.000-100.000 km por hora, tremendamente rápido entre las estrellas, con lo cual se necesitan sistemas como FlyEye para ser capaces de seguir el movimiento propio del asteroide, para que la precisión después de las medidas también sea buena”.
¿HAY UN PELIGRO REAL?
El riesgo cero no existe. Prácticamente, cada semana en algún rincón del planeta hay rocas de tamaño métrico que impactan contra la atmósfera y generan la caída de meteoritos. Pero nuestra gran aliada es la propia atmósfera, que es capaz de desintegrarlos de manera eficiente si llegan incluso a los 20 o 30 metros. Esto ocurrió en 2013 en Cheliábinsk, Rusia, cuando un asteroide de unos 18 metros produjo una onda de choque y luz intensa que produjo más de un millar de heridos por sus efectos directos. Un caso mayor de un asteroide de unos 50 metros ocurrió en Tunguska, en Siberia, el 30 de junio de 1908. Estos eventos devastadores a escala localizada parecen acontecer una vez cada 500 años aproximadamente, recuerda el investigador. No causó víctimas porque ocurrió en una zona despoblada, pero sí “llegó a arrasar cerca de 2.000 kilómetros cuadrados de taiga siberiana por la onda de choque y luego la llegada de la bola de fuego rica en oxígeno que generó incendios al alcanzar el suelo”. En función de esto, “lo importante para estos asteroides ya de más de 50 metros de diámetro es tenerlos todos descubiertos y poder predecir a tiempo la posibilidad de que ocurra un impacto, Con lo cual, esto salvaría obviamente vidas”.