Durante el fin de semana y en un ambiente de entusiasmo, la mitad de los egipcios inscritos en el censo electoral, han votado ya en unas elecciones legislativas cuidadosamente preparadas a la medida del presidente Al Sisi. En estas elecciones concurren ocho partidos, todos ellos favorables a la consolidación del régimen, entre parlamentario y militar, que puso fuera de la ley a los Hermanos Musulmanes que trataron de islamizar el país a la fuerza, tras el fallido  experimento de la “primavera árabe”. Cerca de quince mil miembros de la antaño popular cofradía están en la cárcel, entre ellos sus máximos dirigentes, especialmente el que fuera primer presidente islamista elegido en las urnas, Mohamed Morsi, condenado por terrorismo. La principal novedad de estas elecciones es la obligatoria incorporación de un veinte por ciento de cristianos en todas las candidaturas presentadas, como símbolo de la reconciliación entre musulmanes y coptos. Incluso participa en la liza un partido cristiano fundado por un multimillonario cuyos miembros son, en su mayoría, antiguos militantes de la formación del ex presidente Mubarak. La pregunta es si se consolidará un sistema parlamentario sin tutela militar, y si el nuevo gobierno logrará combatir la pobreza. Va a depender mucho de las ayudas económicas del mundo occidental y de los propios países árabes más ricos, que ven en Egipto un muro contra la expansión del radicalismo islamista..