En esta nueva entrega de 'La aventura de educar' en 'TRECE al día', hablamos del taller “lo políticamente correcto en educación”. Hoy estamos viviendo una auténtica tiranía de los políticamente correcto que nos lleva a una autocensura constante. Hay que tener mucha personalidad para no dejarse llevar por esa corriente cultural que marcan las ideologías actuales. No es fácil porque vivimos en un mundo de personalidades débiles. Es hora de atrevernos a hacer una propuesta educativa que forje personalidades fuertes. En primer lugar, tenemos que ofrecer principios firmes que den referentes a la hora de actuar. En segundo lugar, ayudarles a conseguir una fuerza de voluntad que les permita mantenerse firmes en esos principios sin temor al qué dirán. Y en tercer lugar, debemos educarles para que tengan sentido crítico para tomar lo que sea bueno y rechazar lo negativo. Hacen falta educadores con personalidad que eduquen así a nuestros jóvenes.

La educación en el XIII Congreso Católicos y Vida Pública

Alejandro Polllicino, director del Colegio Juan Pablo II de Cádiz, explica cómo lo políticamente correcto se cuela en la educación: “Yo diría que se cuela principalmente en la educación. Las consignas ideológicas se transmiten en el ámbito educativo, tanto en los libros de texto como en los valores que se transmiten en las redes sociales, cine, teatro… De ahí la importancia que tiene elegir bien las actividades extraescolares”.

¿Existe una manera de educar políticamente correcta?: “Sí, es permanecer en la zona de confort. La sumisión a lo que dice el Estado, dentro de corralito ideológico del Gobierno de turno. Poco a poco se construye un pensamiento único y si alguien sale de esa zona queda cancelado. Con el poder de las redes sociales este asunto ha crecido enormemente”. También añade que “se puede educar contracorriente. La mejor forma para lograr esto es enseñar el ideario católico, pero debe ser el completo, el genuino. Tengo conocidos que toman una parte y dejan otra y ese no es el camino. Hay que regenerarse, refundando nuestras convicciones en las verdades de siempre, con teologías y filosofías claras. Existe el relativismo, en las escuelas, que sostiene que todo vale lo mismo y esto no es así. Y el relativismo es el cáncer espiritual de nuestra sociedad, por eso cuesta tanto educar”.

El origen de la palabra “Persona”

Javier de Hoyo, catedrático de Filología Latina en la UAM, explica el origen de la palabra "persona": “Es una palabra de origen etrusco que significa máscara. Se utilizaba en el teatro, por eso la persona que lleva una máscara le confiere una personalidad y hace un personaje. Curiosamente, el actor, en griego, se dice ipocrités, que significa el que responde. En español tenemos la palabra hipócrita que es alguien que se esconde detrás de la máscara y no sabemos lo que hay de fondo en él”.