La discrepancia política es necesaria, es saludable y es deseable en cualquier democracia. Tanto como lo es el pacto cuando hablamos de cuestiones que afectan a las instituciones del Estado, a las instituciones que son de todos. Ha habido un pacto para reformar el Consejo de Radio Televisión Española, para crearlo después de dos años de una administración única, supuestamente provisional, elegida de forma arbitraria por el Poder Ejecutivo.

Es el Congreso de los Diputados es el que representa a todos los españoles y más de un tercio de esa cámara es la que ha decidido nombrar un consejo para Radio Televisión Española. Estamos esperando otros pactos. En el Consejo General del Poder Judicial, en el defensor del pueblo, en la Agencia de Protección de Datos. Es necesario renovar las instituciones de acuerdo al mandato legal y quizá hagan falta nuevas mayorías en el Congreso de los Diputados no solo para reformar esas instituciones sino para crear nuevas formas de elección, por ejemplo el órgano de Gobierno de los jueces. Que haya una representación de esos jueces y la decidan los propios magistrados, puesto que son ellos los que van a recibir sus mandatos.

Dentro de la discrepancia ideológica es bueno el pacto político de amplio espectro para tomar decisiones sobre asuntos que son, al final, reglas del juego y nos competen a todos. ¿Por qué no mirar también la ley electoral?