Un increíble enigma resurge en el corazón de Roma
La escultura emblemática de Roma, ha sido objeto de nuevos estudios que cuestionan su antigüedad tradicional. Durante siglos se creyó que era una obra etrusca del siglo V a. C., pero las investigaciones recientes apuntan a que en realidad fue creada en la Edad Media

HTEDF9 Rome Colosseum (Roma Coliseum), Rome, Italy
Madrid - Publicado el
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Según la tradición romana, la estatua de la Luperca representa a una loba que amamantó a los gemelos Rómulo y Remo, fundadores de Roma. Durante mucho tiempo se consideró que esta obra era de origen etrusco, fechada aproximadamente en el siglo V a. C.
Sin embargo, estudios recientes han demostrado que la loba es en realidad una creación de la Edad Media —siglos XI o XII— y no de la época romana antigua. Esa datación más tardía desconecta a la estatua de los orígenes fundacionales míticos de Roma y plantea preguntas sobre cómo las leyendas se mezclan con el arte para forjar símbolos nacionales.
La escultura: forma, añadidos y símbolos
La estatua es de bronce y mide aproximadamente 75 centímetros de altura y 113 centímetros de anchura. Representa únicamente a la loba, sin los gemelos en su creación original. Las figuras de Rómulo y Remo fueron añadidas más tarde, en el año 1471, durante el Renacimiento, y se suelen atribuir al escultor Antonio Pollaiuolo.

Además de su valor artístico, la Loba Capitolina ha sido un poderoso símbolo cultural y mitológico: representa la supervivencia de los fundadores, la protección divina, y la unión entre lo salvaje (la loba) y lo civilizado (Roma). También ha inspirado numerosos usos en la cultura popular, desde escudos deportivos hasta murales y logotipos, reafirmando su presencia constante en la identidad romana actual.
Implicaciones históricas y culturales del nuevo hallazgo
Este nuevo consenso sobre la datación tiene importantes consecuencias. Primero, cuestiona la autenticidad del mito materializado: la estatua no habría existido en los tiempos de los fundadores según la leyenda, sino siglos después. Esto plantea que los romanos medievales reinterpretaron o recrearon la figura para legitimar tradiciones ya antiguas.
Segundo, modifica cómo los historiadores entienden la continuidad cultural en Roma: la Loba servía no solo como pieza artística sino como instrumento de identidad, utilizado en diferentes momentos de la historia para reforzar valores y prestigios.
Finalmente, este descubrimiento invita al público a reflexionar sobre cómo los símbolos nacionales pueden tener orígenes diferentes de los que la tradición afirma, y cómo la historia —arqueológica, mitológica y artística— se entrelaza para formar las narrativas de una ciudad milenaria.

La Loba Capitolina ya no es solamente un mito tallado en bronce: es un ejemplo vivo de cómo el arte y la historia pueden transformarse conforme avanzan los estudios, revelando nuevas capas de significado. Con su origen medieval confirmado, la estatua sigue siendo un emblema de Roma, pero ahora también un testimonio de la construcción simbólica de memoria, mito e identidad a lo largo de los siglos.
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