Santoral

San Policarpo, mártir como fruto de su Fe

Todos los testigos y discípulos de la Primitiva Comunidad, fortalecerán su vida cristiana hasta el punto de dar la vida si es preciso. Hoy hacemos memoria de San Policarpo. Este cristiano perteneciente a la primitiva comunidad, fue discípulo del Apóstol San Juan. Su nombre, procedente del griego, significa mucho fruto. En la difusión del Evangelio de Cristo contó con seguidores como el también mártir San Ireneo de Lyón.

Nombrado Obispo de Esmirna, tuvo que marchar a Roma para tratar de que el Papa Aniceto unificase la fecha de la Pascua, la Fiesta de fiestas en el calendario. Y es que no había un criterio común entre los cristianos de Europa y Asia a la hora de celebrarla. Fue entonces cuando San Ignacio de Antioquia marchaba a ser martirizado a la capital del Imperio. Policarpo al tener conocimiento de su llegada salió a su encuentro y le saludó con el ósculo de la paz.

También escribió una carta a los fieles de Asia, escrito muy apreciado por los creyentes en ese momento. Al arreciar la persecución, él se encomendó al Cielo para que le diese la fortaleza necesaria ante tan gran combate. Una vez preparado en el interior, le llegó el momento de ser detenido, situación a la que hizo frente, devolviendo bien a los que le apresaban. Conducido ante el Emperador, se reafirmó en la Fe de Jesucristo cuando el César le obligó a aceptar su condición de verdadero dios.

Él se niega a abrazar la impostura porque cree en el Único Dios Verdadero: el de Jesucristo. Al ver que nada conseguían, decretaron su condena, quemándole vivo. De esta forma entrega el alma a Dios un 23 de febrero del año 155. Los presentes vieron como una nave muy hermosa y dentro un pan que se cocía en el horno a punto apra el momento. De él se desprendía un suave aroma y olor que subía hacia el Altar de Dios.

dd/mm