San Gregorio, obispo y nexo en la Iglesia de España
Publicado el
1 min lectura
Ser testigos del Resucitado es colaborar con la tarea evangelizadora que toca vivir en ese momento, aprovechando las Gracias que le dispensa la Providencia. Hoy celebramos a San Gregorio, que se llevó la palma en la estructuración de la Comunidad Eclesial en España. Abad del Monasterio de San Cosme y San Damián de Roma, el Papa Juan XVIII le consagra Obispo, elevándole sucesivamente a la condición de Cardenal.
Su servicio se prolonga durante cuatro Papados por lo que será Bibliotecario Apostólico, asumiendo también la función de consejero en temas de gobierno exterior, así como de corte espiritual. En el siglo XI es enviado como Legado Pontificio a las Cortes de Burgos y Pamplona con motivo de la organización eclesiástica de España. La situación fue muy complicada ya que diversos territorios eclesiales afectaban a varios reyes, imponiéndose como solución la negociación por parte de una persona diplomática y hábil.
El trabajo fue arduo y difícil ya que Gregorio no contó con la aprobación unánime en todos sus pasos, pero sí logró un acercamiento de posturas y la reconciliación en muchos casos. Dios le hacía ver que su apostolado daría los frutos a su debido momento. No obstante, el enviado de la Santa Sede, siempre tuvo presente su condición de Pastor, predicando, ante todo, la Palabra de Dios, que era su cometido.
Vivió y ejerció su Ministerio cinco años en España, hasta que enfermó, retirándose de esta forma, a la parte de Logroño. Allí murió alrededor del año 1044, conservándose sus restos y reliquias en la Iglesia del mismo nombre de Pinave, limitando con Logroño y Viana, en la parte de Navarra. La devoción al obispo San Gregorio está muy arraigada en los territorios de La Rioja y Navarra, donde él sirvió en el ocaso de su vida terrena.