
Madrid - Publicado el
2 min lectura0:42 min escucha
La experiencia mística ha abundado en el Santoral y también dentro de los santos españoles. Hoy celebramos a Santa Teresa de Jesús, cuya vivencia de Dios ha marcado toda su existencia. Nacida en Ávila en 1515, de pequeña quiso ir con uno de sus hermanos a tierra de paganos para sufrir el martirio y llegar al Cielo.
Un tío suyo les verá y les devolverá al hogar familiar. La santa andariega ingresó en el Convento Carmelita de la Encarnación, buscando una experiencia profunda de Dios. Guiada por la Providencia inicia la renovación del Carmelo.
Para llevarlo a cabo contó con la ayuda de San Juan de la Cruz al que llamaba cariñosamente “el medio fraile” en alusión a su estatura. En su trayectoria, fundó quince monasterios, empezando con el Convento de San José, en su ciudad natal.
Tuvo que soportar muchas incomprensiones y persecuciones, pero siempre tuvo una fuerte unión con el Esposo –Cristo- siendo una de las grandes místicas. El Señor el puso desde el Cielo a San Pedro de Alcántara que celebramos próximamente y que le impidió ser procesada por el Santo Oficio que le acusaba de brujería injustamente.
La Misticidad se plasmó plasmó en sus muchos escritos espirituales y literarios, como El Castillo Interior o El Libro de su Vida. En ellos propuso las tres Vías que son la Purgativa referida a la conversión, la Iluminativa referida a la Luz de la Gracia; y por fin la Vía Unitiva que se alcanza al llegar al Cielo.
Santa Teresa de Jesús dejó esta vida, a la que denominó una mala noche en una posada 1582. Ese año entró en vigor el calendario gregoriano y aunque muere el 4 de octubre, al día siguiente se ajustan tres días y pasa a ser día 15. Fue proclamada Doctora de la Iglesia.