
Madrid - Publicado el
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Nos encontramos en el Domingo XXV del Tiempo Ordinario. El Señor propone una Parábola muy relacionada con la forma de administrar. Un hombre que derrochaba es despedido y al final es readmitido porque se hace amigo de los deudores de su amo y les perdona parte de la deuda para que luego le ayuden ellos cuando se vaya a la calle.
Y hoy, recordamos al Apóstol San Mateo muy relacionado con el dinero y las ganancias. Su nacimiento se sitúa en Cafarnaúm, dedicándose al oficio de recaudador de impuestos, un modo de vida odiado por los judíos. Y aquí se va a mostrar una vez más el Designio Divino, que llama al que no cuenta.
En esas circunstancias, cuando se encuentra junto al mostrador, Cristo le elige para formar parte del Colegio Apostólico. Una vez más, la prontitud del siervo que sigue al Señor, pone de manifiesto cómo el corazón se ha sentido tocado por la Gracia.
La comida que ofrece al Maestro, a la que asisten los pecadores, escandaliza a los fariseos. Es entonces, cuando Cristo muestra el rostro misericordioso de Dios que ha venido a encontrar lo que se había perdido. Como el resto de los Apóstoles, es testigo de la misión del Señor.
Cuando éste asciende a los Cielos, después de su Resurrección y Pentecostés, marcha a predicar la Buena Nueva en Oriente, muriendo mártir en Persia. Es autor del primer Evangelio. Se le representa con un hombre porque su Evangelio lo comienza con el Linaje Humano del Mesías.