Así se vive un retiro espiritual en la Cueva de Manresa: "Sientes la presencia de San Ignacio de Loyola"

La Cueva de San Ignacio es lugar de peregrinación para miles de personas. En su interior, el fundador de los jesuitas escribió los 'Ejercicios Espirituales'

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La Iglesia celebra el Año Ignaciano hasta el 31 de julio de 2022, para conmemorar los 500 años de la conversión de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (lo que conocemos como los jesuitas).

Una de las ciudades más importantes para el santo fue Manresa (provincia de Barcelona), hasta donde llegó el 25 de marzo de 1522 tras visitar Montserrat.San Ignacio de Loyola permaneció en Manresa once meses.

Su estancia en la cueva de la localidad catalana tiene gran relevancia en la obra del santo, ya que fue allí donde se retiró y escribió sus 'Ejercicios Espirituales'. Por ello, el centro de espiritualidad que se alza sobre la Cueva de San Ignacio, está considerada como una de las cunas de la orden jesuita, hasta donde acuden cada año miles de peregrinos.

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“Hay personas que hacen un mes de retiro, tres días, ocho días... la casa tiene mucho movimiento, y buscan sobre todo silencio e interioridad, buscarse con el espíritu interior, y en estos momentos, con la necesidad que hay, es muy importante”, comenta en Aleluya y TRECE el director de la Cueva de San Ignacio, Lluís Magriñá.

Una de las ejercitantes es Ana García, perteneciente al movimiento Regnum Christi. Casada y con tres hijas, conoció esta cueva durante unas jornadas de formación. Confiesa que en un primer momento no sentía especial atracción por este emblemático lugar, hasta que su estancia en la cueva donde oraba Ignacio de Loyola le marcó.

“Un retiro espiritual en Manresa tiene ese plus de saber que estuvo san Ignacio, el artífice de los Ejercicios Espirituales. Lo palpas, es como si estuviera aquí. Tocar la cueva es muy especial. Ojalá todo el mundo pudiera venir. Lo recomiendo al 100% aunque sea un fin de semana”.

Durante los cinco días de retiro de Ana, ha estado dirigida en todo momento por el Padre Joaquín Petit, que es el director de Ejercicios Espirituales y sacerdote legionario de Cristo. Pese a sus 27 años dirigiendo estos ejercicios en diversas partes del mundo, predicar en Manresa es especial: “Estar en el lugar donde sucedió la transformación de San Ignacio cambia totalmente, es como ir a Tierra Santa, que tocas el lugar”.

Una experiencia única que, cada cierto tiempo, le hacen llegar a Lluís Magriñá como director del edificio espiritual: “Ves a gente que sale y te da un abrazo, porque han recibido una fuerza interior y nos piden que sigamos aquí porque les ayuda. Mucha gente ha descubierto aquí su vocación. Los hay quienes al cabo de los años regresan de retiro”, nos comenta en Aleluya y TRECE.


Un retiro espiritual en el marco de una pandemia

Como ha sucedido en todos los ámbitos, la covid-19 ha hecho que el número de peregrinos se haya visto resentido en el último año y medio. La incertidumbre y una sociedad marcada por la inmediatez y el ritmo trepidante hacen que, a juicio del Padre Joaquín Petit, “haya muchas personas necesitadas de alguien que les dé su mano y les acompañe”.

Al final, es una necesidad de ponerse delante de Dios en medio de una sociedad absorbente, tal y como apunta el religioso de Regnum Christi: “Se busca respirar ese aire, de reorientar la vida, porque te das cuenta de que pierdes el norte, de que Dios se va perdiendo y hay que reenfocarlo. Esa atracción por Dios y reenfocar la vida es lo que se ve en estos ejercicios”.

Un ritmo frenético, el que reina en nuestro día a día, del que cuesta salir al principio una vez que comienza el retiro espiritual. A Ana lo que más dificultad le supuso fue entrar en silencio, consigo misma: “Llegas con toda la dinámica del día a día, del trabajo, de la familia... y cuesta entrar en silencio”.

Una vez consigue abstraerse de todo, se produce el recogimiento para que “el Señor entre en mí y me ayude”. En los retiros de la Cueva de San Ignacio, hay momentos de oraciones personales y momentos de acompañamiento para aprender a descubrir lo que Dios quiere de cada uno. Para Ana, es todo un privilegio esta experiencia: “Tenemos momentos de adoración, de Misa, durante las comidas nos ponen música o la historia de San Ignacio para ir interiorizando todo…”

La soledad con uno mismo es lo más importante en un retiro espiritual, por lo que lo más recomendable es acudir solo, sin amigos ni familia, aunque existen adaptaciones: “Es importante la personalización, y eso no se puede hacer si tienes gente muy joven con planteamientos de vida diferentes a los adultos. Si ves que un amigo o con un familiar te ayuda a venir, pues bien, pero es para estar a solas, no para hablar con amigos. El amigo me puede despistar. Los ejercicios planteados es una experiencia personal entre Dios y el ejercitante”, puntualiza el Padre Petit.

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A lo largo de sus casi tres décadas como ejercitante, el sacerdote ha visto de todo, incluso cómo un hijo engañó a su descarriado padre para vivir un retiro espiritual: “Era un chico que veía a su padre perdido, y le invitó a unos ejercicios espirituales en silencio. No le dijo nada, le comentó que se fuera el fin de semana a una casa. El padre preguntó si podía llevar la raqueta de tenis. Cuando llegó, yo le comenté que este retiro era en silencio y al padre le dio vergüenza marcharse y se quedó una noche. Yo compartí mucho con esa persona y me decía que Dios se sirvió de su hijo engañándole para encontrarse con Dios. Hizo una conversión profunda y hubo un antes y un después en su vida”, relata.

Un cambio profundo que no siempre se produce. Tras el retiro espiritual los problemas del exterior permanecen. Lo que puede cambiar es la manera de afrontarlos: “Tu día a día siguen igual, pero cuando lo ves a través de los ojos de Dios es de otra manera, le das un sentido, un valor. Te sientes bendecida por las cosas buenas que Dios pone en tu día a día”, comenta Ana.

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Los mosaicos que rodean el santurario

A lo largo de estos cinco siglos, el centro de espiritualidad de San Ignacio ha experimentado cambios importantes. El último tuvo lugar hace unos meses, cuando el artista jesuita Marko Rupnik culminó los mosaicos de las capillas del santuario que representan la historia de la Salvación.

Una idea que surgió en el año 2015, seis años antes de conmemorar los 500 años de conversión del fundador de la Compañía de Jesús, como remarca Lluís Magriñá: “Los mosaicos de alrededor, explicado en imágenes bíblicas, palpa la experiencia que se puede sacar de los ejercicios espirituales. El que lo ha realizado es Marko Ivan Rupnik, también jesuita, que tiene un centro de formación de gente para realizar estos mosaicos".

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Como no puede ser de otra manera, el director de la Cueva de San Ignacio ya ha invitado al Papa Francisco a visitar Manresa: “El 6 de junio el Papa invitó al alcalde de Manresa al Vaticano. El alcalde me llamó y me dijo que le tenía que acompañar y yo, claro, estaba encantado. Fuimos seis en total, y el Santo Padre nos recibió muy bien. A la salida le dije a Francisco que cuando le veamos en Manresa le esperamos allá para que vea la Cueva de San Ignacio, porque él estuvo en Loyola pero no ha estado en Manresa. Me dijo que tenía que ver si el cuerpo y el esqueleto aguantaban”, comenta con una sonrisa Lluís Magriñá.
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