El verdadero liderazgo es el liderazgo ético
La reflexión de Antonio Rubio Plo sobre cómo liderar éticamente, basándose en el libro de Alfred Sonnenfeld

Liderazgo ético
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“Para que tomes decisiones con sabiduría y recta razón”. Estas palabras figuran en la dedicatoria que el sacerdote y médico don Alfred Sonnenfeld me hizo de su libro Liderazgo ético. Cómo influir con el ejemplo (Espasa). En pocas palabras el autor resume alguno de los rasgos que debe de tener un líder. No se puede ser líder si no se toman decisiones. De hecho, en una edición anterior de este libro, el subtítulo de la portada era La sabiduría de decidir bien. Sin embargo, la alusión en el subtítulo actual al ejemplo me resulta más esclarecedora, pues en la citada dedicatoria don Alfred me calificaba de “gran líder”. Me pareció totalmente exagerado, pero luego he caído en la cuenta de que eso es aplicable a cualquiera. A cualquiera que quiera dar ejemplo, a toda aquella persona que pretenda ser coherente, un calificativo muy apreciado ahora, pese a que nuestras fragilidades hacen que nunca podemos serlo del todo.

Alfred Sonnenfeld
Este es un libro que interpela a quienes viven encerrados en sí mismos, aunque a la vez tengan bastantes ocupaciones. Sin embargo, una vida encerrada en uno mismo nunca producirá líderes, aunque los eslóganes al uso nos digan que en esa vida podemos llegar a ser autónomos y “capitanes de nuestro destino”.
Son tiempos estos en los que se habla mucho de liderazgo, aplicado por lo general a la empresa y a la política, aunque suele olvidarse que también existe un liderazgo para la vida cotidiana y las relaciones sociales. Esto sucede porque muchos identifican liderazgo con poder, y no precisamente un poder benévolo y afable sino todo lo contrario. Poder y liderazgo son conceptos que suelen ir asociados a una vida fundamentada en la lucha y la competición, a la vida de un individuo que se considera un triunfador capaz de remover sin muchos miramientos toda clase de obstáculos.
Parafraseando una conocida cita, podríamos decir que el liderazgo será ético o no será. Don Alfred asegura que no es cuestión de hacer buenas obras sino de “ser bueno uno mismo”. Se me ocurre añadir que hay muchos ejemplos en el cine o la literatura de gente -y no digamos en la vida real- de personas que hacen cuantiosos donativos para obras benéficas, pero eso no los anima a cambiar su vida. No tienen inconveniente en dar, aunque no saben darse ellos mismos. De ahí que el autor llegue a una conclusión chocante en esta sociedad que rinde culto a la eficiencia: “De nada le sirve al hombre hacer mejor al mundo si él mismo no se hiciese una buena persona”. Por tanto, “la verdadera perfección del hombre no consiste en el hacer”. El libro es, en consecuencia, una invitación a crecer por dentro, a la coherencia entre el hacer y el ser. Es, por supuesto, una invitación a conocerse a uno mismo, lo que implica que tenemos que aprender a gestionar nuestras inevitables imperfecciones.
Liderazgo ético es una obra que nos recuerda que el ser humano es por naturaleza relacional, si bien esa relación no puede reducirse a lo puramente formal. Surge entonces la palabra “amor”. De ahí otra afirmación del autor que sorprenderá a unos pocos: “Lo fundamental de la autoridad consiste precisamente en amar al otro”. Amistad, afabilidad y amor guardan una estrecha relación con la verdadera autoridad.
No pocas veces se ha confundido ética con normatividad. En mi opinión, eso es un camino seguro para caer en esa banalidad del mal a la que se refirió la filósofa Hannah Arendt durante el proceso en Israel al nazi Adolf Eichmann. La ética kantiana, tan elogiada por muchos profesores de filosofía a lo largo de las últimas décadas, puede tener los pies de barro, pese a sus buenas intenciones. La normatividad se queda corta en lo referente a la ética. ¿Qué le falta? El autor de la obra nos lo dice claramente: “El líder tiene espíritu de servicio y, por eso, sabe servir”. Es por medio de esta convicción donde se forja la autoridad.
No es este libro de don Alfred Sonnenfeld un manual de instrucciones, de reglas de autoayuda que funcionan mecánicamente. Es, sobre todo, un libro que pretende recordarnos que el liderazgo requiere aprender a amar.