Reformadores de la Iglesia y testigos del Evangelio: algunos de los santos españoles más conocidos en el mundo

En varias ocasiones, el rostro de la Iglesia ha venido reflejado para todo el mundo de la mano de figuras procedentes de España que lo han dejado todo por seguir a Cristo

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En varias ocasiones, el rostro de la Iglesia ha venido reflejado para todo el mundo de la mano de españoles que lo han dejado todo por seguir a Cristo. En multitud de ocasiones se ha tratado de personas de origen noble, aunque no faltan aquellos que se santificaron desde un origen humilde. En cualquier caso, se trata de personas que han descubierto al Señor y han abandonado todas sus posesiones para que Él reinara en sus vidas.

Al dejarse enamorar por Cristo, sus vidas cambiaron completamente y dejaron su huella para la eternidad. Estos son algunos de los grandes ejemplos de españoles que han guiado los pasos de la Iglesia, muchas veces en un período de confusión.

San Ignacio de Loyola

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Nacido en el año 1491, Íñigo de Loyola vivió su juventud con grandes deseos de poder y fama, curtiéndose en el ámbito militar. Sin embargo, fue herido durante la batalla de Pamplona, quedando con la rodilla gravemente tocada.

Mientras se recuperaba, comenzó a leer vidas de santos. Los ejemplos de tantas personas que se entregaron a la noble causa de Cristo y el anuncio del Evangelio incendiaron su corazón de un enorme deseo de santidad, que deja sus ansias de prestigio en algo inconsistente y totalmente prescindible.

Buscando desde entonces vivir buscando en todo la mayor gloria de Dios, escribió los Ejercicios Espirituales y fundó la Compañía de Jesús, que hasta el día de hoy es una de las órdenes religiosas más extendidas por todo el mundo, en su celo apostólico por la evangelización y su ayuda a los necesitados.

San Francisco Javier

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Nacido en 1506 bajo la condición de noble en Javier (Navarra), Francisco se convirtió en uno de los primeros discípulos de san Ignacio al conocerle en París, en su etapa de estudiante. El celo apostólico del santo vasco y su replanteamiento sobre el valor de las cosas materiales frente a la eternidad de Dios le llevaron a ser uno de los primeros integrantes de la Compañía de Jesús.

Tras un tiempo de estancia en Roma con Ignacio y sus compañeros jesuitas, es enviado a la India, donde comienza su labor apostólica como misionero. Gracias a sus oraciones y su ministerio pastoral, personas de toda Asia se convirtieron al cristianismo. De hecho, en ocasiones le costaba bautizar porque se le cansaban los brazos, ya que se se producían misas con bautizos de cientos de personas.

Tras terminar su labor en la India y viajar a Japón, quiso incendiar los corazones de los habitantes de China. Sin embargo, murió poco antes de llegar al país. Es considerado el apóstol de Oriente y ostenta el título de santo patrón de las misiones.

San Juan de Ávila

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Con el título de apóstol de Andalucía y patrono del clero español, San Juan de Ávila es otro de los españoles con mayor renombre en nuestro país. Aunque no llegó a ser jesuita, el sacerdote procedente de Ciudad Real guardó una estrecha relación con San Ignacio.

Tras intentar, sin éxito, ingresar en la orden de los dominicos, fue enviado a ejercer su ministerio en Sevilla. Desde entonces, se dedicó a la formación catequética de los niños y a la predicación del Evangelio, al tiempo que se entregaba al consejo y dirección espiritual de sus compañeros sacerdotes.

Tras una vida de celo apostólico por la salvación de las almas, que quedó reflejada en sus diversos escritos, San Juan de Ávila falleció en 1569. No fue hasta 1894 cuando fue beatificado por León XIII, y canonizado por san Pablo VI en 1970. El Papa Benedicto XVI lo proclamó Doctor de la Iglesia en 2012.

Santa Teresa de Jesús

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Entrando en el campo de los místicos, la principal figura dentro del santoral español es santa Teresa de Jesús. Nacida en Ávila en el año 1515, Teresa de Cepeda y Ahumada ingresó en el convento carmelita de dicha ciudad, donde comenzó su vida contemplativa y de oración.

Sin embargo, años después, al caer en la cuenta de la comodidad en la que vivía dentro del convento, se dispuso a comenzar la renovación de la Orden del Carmelo. A pesar de la gran oposición que encontraba entre sus hermanas, llevó a cabo la reforma y fundó una rama de la orden, dando inicio a las carmelitas descalzas. Fruto de esta reforma, llegó a fundar hasta quince conventos.

Como mística y mujer de profunda oración, experimentó varios fenómenos como la levitación o la bilocación. Por otra parte, su espiritualidad quedó reflejada en el ámbito literario, publicando varias obras espirituales como 'El Castillo Interior' o 'Las Moradas'.

San Juan de la Cruz

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También perteneciente a la orden carmelita, san Juan de la Cruz fue el confesor y director espiritual de santa Teresa de Jesús. Animado por el ejemplo de la santa de Ávila, emprende la reforma de la rama masculina, dando lugar a la fundación de la Orden de los Carmelitas Descalzos. Al igual que Teresa, Juan sufrió la oposición de sus hermanos, llegando a ser encerrado en una prisión.

San Juan de la Cruz es otra de las figuras literarias más destacadas de su tiempo. Con obras como 'Cántico espiritual' o 'Noche oscura del alma', dejó plasmada su altura espiritual. Tal es la importancia de su obra que san Juan Pablo II aprendió español tan solo para poder leer sus libros.

San Pedro Poveda

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El Padre Poveda es uno de los santos que más eco ha hecho en la historia reciente de España. Este sacerdote, mártir en los primeros días de la Guerra Civil, se entregó a la labor educativa y de caridad en las cuevas de Guadix, una zona especialmente desfavorecida.

Tras un tiempo en Covadonga, donde profundizó en su espíritu de oración, en 1911 impulsó la creación de la Institución Teresiana, encomendándola al patrocinio de santa Teresa de Jesús. Poveda fomenta la actividad de las mujeres en el ámbito profesional, dejando en manos de profesoras católicas la educación de los niños en los colegios.

Con el recrudecimiento de la persecución religiosa, el P. Poveda fue arrestado en julio de 1936, muriendo fusilado a las afueras de Madrid tras su declaración: "Soy sacerdote de Jesucristo". Fue beatificado en 1993 y canonizado en 2003, ambas ocasiones por san Juan Pablo II.

Santa Maravillas de Jesús

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La Madre Maravillas nació en Madrid, en el año 1891. Con un gran deseo de consagrarse a Dios desde su infancia, ingresa a la Orden de las Carmelitas Descalzas en 1919. Al final de la Guerra Civil -tiempo de persecución y pruebas para la religiosa-, se dedica a la fundación de conventos por toda España, entre los que destaca el que erigió en el Cerro de los Ángeles (Getafe), junto al monumento del Sagrado Corazón de Jesús.

Su fallecimiento en La Aldehuela en 1974, tras una vida de testimonio de la fe, precedió a la extensión de su fama de santidad, llegando a ser proclamada beata en 1998 y santa en 2003. Fue canonizada junto a san Pedro Poveda, en el mismo acto presidido por el Papa polaco.

Santo Domingo de Guzmán

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Se trata de uno de los grandes fundadores de las órdenes religiosas, al igual que san Ignacio de Loyola y san Francisco de Asís. Nacido aproximadamente en el año 1770, Domingo de Guzmán ingresó como canónigo a la catedral de Osma, donde fue ordenado sacerdote. Poco después viajó a Francia, donde combatió las herejías albigense y cátara.

Fruto de la formación de los fieles contra los errores doctrinales de la fe, Domingo fundó junto a algunos compañeros la Orden de Predicadores, quienes son también conocidos como los dominicos. También llegó a conocer a san Francisco de Asís, con quien entabló una gran amistad.

Santo Domingo murió en 1221, siendo canonizado por Gregorio IX.

San Antonio María Claret

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Nacido en 1807 en Sallent (Barcelona), Claret fue ordenado sacerdote tras varios ingresos a congregaciones que, según había comprobado, no eran el lugar al que Dios le llamaba. Fue el fundador de los Hijos de María Inmaculada, también denominados claretianos, una congregación consagrada a la labor misionera en varios países.

Tras viajar a Santiago de Cuba, fue ordenado obispo y nombrado diocesano de la región. Algunos años después, sería llamado desde la Corte española para ser el confesor de la reina Isabel II, a quien acompañó al destierro. También participó en el Concilio Vaticano I, donde defendió el dogma de Infalibilidad Papal. Finalmente, el P. Claret falleció en 1870.

San Isidro Labrador

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Nombrado santo patrono de los agricultores y campesinos, san Isidro es uno de los numerosos santos laicos con los que cuenta la Iglesia católica. Nacido a finales del siglo XI, contrajo matrimonio con María de la Cabeza, con la que tuvo un hijo llamado Illán. Tanto la esposa como el hijo han sido proclamados también santos.

Su amor a la Eucaristía y su profunda devoción a la Virgen le llevan a acudir a la Misa diaria, con la intención de encomendar el día al Señor y agradecer todos los dones recibidos por Él.

A san Isidro le son atribuidos varios dones, entre ellos el de devolver la vida a su hijo tras caer de un pozo. También fue instrumento del Señor para revivir a la hija de su amo, don Juan de Vargas, a quien le fue devuelta su pequeña sana y salva.

Muchos años después de su muerte, su cuerpo fue descubierto incorrupto. Actualmente, los restos mortales de san Isidro se encuentran inhumados en la Colegiata.

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