Estos son algunos santos que recibieron el don de comunicarse con los animales a lo largo de la historia

San Francisco de Asís detenta el título de santo patrono de los animales. Sin embargo, el santo fraile no fue el único que recibió la gracia de comunicarse con estas criaturas

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El pasado 4 de octubre, la Iglesia celebraba la memoria de san Francisco de Asís, un santo del que se destacan varios atributos debido a una vida especialmente arraigada en el Señor. Uno de los dones que recibió el fundador de la Orden franciscana fue la comunicación con los animales, entre ellos el lobo de Gubbio (Italia) del que consiguió, según los relatos del libro 'Florecillas de san Francisco', que no siguiera atemorizando al pueblo. Esta gracia tan concreta es el motivo por el que san Francisco resulta ser el santo patrono de los animales.

Sin embargo, no se trata del único santo que tuvo relación con los animales, ya que hubo otros que recibieron algunos dones similares que les permitieron ver, a través de ellos, la acción de Dios.

San José de Cupertino

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San José de Cupertino, franciscano y patrono de los estudiantes, recibió de Dios varios dones, entre los que destaca la levitación. Sin embargo, también recibió la gracia para comunicarse con los animales. Esto se ve reflejado durante sus momentos de la oración, instantes en lo que las criaturas guardaban silencio y no lo interrumpían. Además, las aves del campo seguían al santo allá donde caminaba.

San Pío de Pietrelcina

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El Padre Píoes conocido por múltiples fenómenos místicos que sucedieron en su vida, como la impresión de los estigmas de la cruz en sus propias carnes, la bilocación, el diálogo con ángeles y almas y tantas otras.

Sin embargo, otro de los hechos no tan conocidos sobre el santo de Pietrelcina era que, celebrando Misa, algunos pájaros cantaban posados en lo alto de las ventanas de la iglesia. Sin embargo, en el momento de la consagración, las aves callaban y mantenían un respetuoso silencio.

San Juan Bosco

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En 1883, don Bosco se encontró un perro de color gris en la ciudad de Turín (Italia). Se acercó para acariciarlo y, debido a su color, decidió darle el nombre de Grigio.

Desde ese entonces, Grigio siguió al fundador de la congregación de los salesianos siempre que se encontraba solo por las noches. En las múltiples ocasiones que los bandidos se acercaron a don Bosco para atacarlo, el perro apareció para defenderlo al instante. En más de una ocasión, el perro protegió a san Juan Bosco de una muerte segura.

San Antonio de Padua

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Durante los tiempos de san Antonio, se extendía por Italia algunas herejías. Debido a esto, el fraile se entregó a la evangelización entre los pueblos, entre los que encontraba una gran ignorancia que les impedía comprender lo que les explicaba.

Una de estas predicaciones, según las anteriormente citadas 'Florecillas', san Antonio se dirigió a Rímini para predicar la palabra de Dios. Sin embargo, por orden de los gobernantes, ningún habitante del pueblo escuchó ni dirigió la palabra al fraile. Fruto de esto, se retiró a la costa cercana al pueblo de Rímini, donde comenzó a predicar la palabra de Dios a los peces, que se agruparon por centenares en torno al lugar donde se encontraba el santo, manteniendo una actitud de escucha.

San Francisco Javier

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En cierta ocasión, el santo patrono de las misiones se embarcó a las islas Molucas, ubicadas en la actual Indonesia, con la intención de anunciar el Evangelio entre sus habitantes. Sin embargo, una tormenta desestabilizó el barco. Si bien no naufragó, san Francisco Javier perdió su cruz al caer esta al mar.

No obstante, al llegar a la playa donde desembarcaron, vio cómo se le acercaba un cangrejo con la cruz entre las pinzas, con la aparente intención de entregárselo.

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