¿Conoces la Indulgencia de la Porciúncula, instaurada gracias a San Francisco y que se puede obtener cada año?

El santo de Asís pidió al Papa Honorio III que concediera la indulgencia plenaria a quienes visitaran cualquier iglesia dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles

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Todos los años, entre el 1 y el 2 de agosto, cualquiera que visite una iglesia franciscana en cualquier lugar del mundo tiene la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria.

Como es habitual, además de la visita a un templo gestionado por los franciscanos, el fiel debe cumplir las condiciones de rezar por las intenciones del Papa, recibir la comunión y confesarse, todo ello en el plazo de una semana, ya sea antes o después, desde la visita a la iglesia.



El nombre de esta indulgencia tiene un origen en la iglesia de la Porciúncula, una pequeña edificación en Asís que se encuentra situada en el interior de la Basílica que, construida posteriormente, lleva su mismo nombre. Este templo fue el segundo hogar de los primeros frailes franciscanos, además del lugar donde Santa Clara proclamó sus votos el Domingo de Ramos de 1211, iniciando la orden de las clarisas, y donde falleció San Francisco de Asís en 1226.

La Indulgencia de la Porciúncula: una concesión del Señor a San Francisco de Asís

La historia de la Indulgencia de la Porciúncula, también conocida como el Perdón de Asís, se remonta a la Edad Media. En aquella época, resultaba extremadamente difícil conseguir indulgencias plenarias, ya que tan solo se podían lograr si se visitaba Tierra Santa. En aquel entonces, además de tratarse de un viaje colmplicado, los Santos Lugares estaban ocupados por los musulmanes, en guerra contra los cruzados, por lo que era prácticamente imposible acceder a ellos.



Sin embargo, la concesión de este don se produce en 1216. Ese año, según la tradición, San Francisco le pidió al Señor, durante una aparición, que concediese una indulgencia a quienes visitasen una iglesia dedicada a la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles. Jesús aceptó su solicitud y le mandó acudir al Papa para pedirle su aprobación. Junto con el hermano Maseo, Francisco se encaminó a Perusa para hacerle esta petición al Papa Honorio III, el cual aceptó.

En 1966, San Pablo VI publicó la Carta Apostólica 'Sacrosancta Portiunculae ecclesia', en la que expresaba su deseo de que la Porciúncula fuera, verdaderamente, un lugar de perdón y paz con Dios. También manifestó su anhelo de que la multitud de peregrinaciones a la iglesia sitiuada en Asís "no termine sino que más bien crezca continuamente la multitud de los fieles que acuden aquí al encuentro con Cristo rico en misericordia y con su Madre, que intercede siempre ante él".

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