Lo que ocurrió durante el confinamiento cambió la vida de Andrea y su perro para siempre

El pequeño Koke siempre ha sido muy feliz junto a su dueña, pero hubo un día en el que su comportamiento dejó a todos sin palabras

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Andrea ha sufrido mucho durante el confinamiento. Su mascota, un white terrier de trece años de vida, Keko, falleció debido a su avanzada edad. El perrito y Andrea estaban muy unidos. Llegó a su vida cuando ella apenas tenía once años. Fue un regalo de cumpleaños de sus padres, que consideraban que a su hija le podía venir bien comenzar a tomar responsabilidades, además de tener una compañía, ya que es hija única.

La relación entre Andrea y Koke llegó a ser muy especial. Ambos fueron creciendo juntos y nunca se separaron Incluso en su etapa universitaria, Koke se desplazó junto a ella a Málaga, donde Andrea estudió su carrera de periodismo, ya que en Córdoba (ciudad natal de la joven) no existia esa posibilidad. Andrea removió tierra, mar y aire para que Koke pudiese acompañarla en su Erasmus en Francia. Y lo consiguieron, pese al elevado coste económico que supuso para las arcas familiares.

Así era Koke, compañero inseparable de Andrea

Fiel, juguetón y un tanto travieso, eran tres rasgos que definían al canino. Las anécdotas se cuentan por cientos. Una de ellas tuvo lugar en la parroquia del barrio, donde Keko era un 'feligrés' más. El día de la Confirmación de Andrea no lo olvidarán nunca en su familia, ya que no paraba de ladrar pese a estar en la puerta del templo, ya que los padres de Andrea no le permitían el acceso, pero tampoco querían que se perdiera un paso tan importante para su dueña, como es recibir este sacramento. Cuando salieron de la parroquia daba saltos de alegría, algo que no era muy frecuente en él, pero intuía la felicidad del momento al que asistía.

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Desde bien pequeña, Andrea es una chica comprometida, al igual que su familia, con los más necesitados. Colaboradores habituales de Cáritas o el Banco de Alimentos, Koke de alguna manera también participaba en la entrega de alimentos, ya que siempre acudía con la familia a la entrega. Mantenía también una muy buena relación con un varón sin hogar que durante años rondaba por el barrio, y para el que el mendigo siempre le tenía guardado algo, aunque fuera un trozo de pan.

Los últimos días de Koke y el dolor de Andrea

Cuando Koke llegó a las doce primaveras, la salud de Koke comenzó a resentirse. Según cuenta Andrea en COPE.es, la mudanza hasta Barcelona (donde ahora reside por motivos laborales) se le hizo cuesta arriba, acelerando su vejez. Una salud que se agravó en el peor momento posible, durante la crisis del coronavirus, en pleno Estado de Alarma.

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Andrea veía como cada día la situación de Koke empeoraba. Entre medidas de máxima seguridad para evitar contagios, acudieron en una ocasión al veterinario. A Koke ya le costaba hasta caminar. No había mucha solución para él, debido a su edad avanzada. Acabó por fallecer la tarde del 17 de abril. Aquello fue devastador para Andrea, que además de verse obligada a estar lejos de su familia y su entorno como consecuencia del confinamiento, veía como se iba su mascota, su hermano, su confidente durante la adolescencia y comienzo de la edad adulta de Andrea.

Desde la marcha de Koke, su dueña ha dedicado buena parte de su tiempo, además de a teletrabajar, a reflexionar y rezar mucho por la pérdida de su mascota. Confiesa que sueña con él muchas noches. Andrea aún no ha tenido la oportunidad de regresar a Córdoba para visitar a los suyos. Desde hace meses, necesita más que nunca un abrazo.

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