Esta es la carta de Francisco al arzobispo de Toledo por el hermanamiento de las Guadalupes de España y México

El Monasterio de Santa María de Guadalupe, en la provincia de Cáceres, acoge este lunes el hermanamiento entre la virgen de Guadalupe de España y la Guadalupana de México

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El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, en la provincia de Cáceres, acoge este lunes 13 de febrero el “hermanamiento” entre la virgen de Guadalupe de España y la Guadalupana de México.

Con este motivo, el Papa Francisco ha enviado una carta al arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, como titular de la diócesis a la que pertenece el monasterio extremeño. En la misiva, el Santo Padre recuerda que la Virgen María es vínculo de comunión entre los fieles.

“Hoy los convoca el dulce Nombre de María, más precisamente una advocación milenaria que ya en su raíz etimológica nos habla de mestizaje, de encuentro con Dios y con los hombres. Mestizaje porque los estudiosos no se logran poner de acuerdo si debemos leer el título “Guadalupe” en árabe, en latín o en náhuatl. Pero es curioso que lo que podría plantearse como un conflicto pueda en realidad leerse como un guiño del Espíritu Santo que hace escuchar su mensaje de amor a cada uno en su lengua. Así, en árabe la palabra podría sonar “río oculto”, como lo estaba esa fuente de agua viva que Jesús promete a la Samaritana, esa fuerza de la gracia que, incluso en tiempos de rechazo e incomprensión, mantiene viva a la Iglesia”, se puede leer en la carta de Francisco a Francisco Cerro.

Asimismo, Francisco ha reivindicado que Nuestra Señora de Guadalupe se proclama como la que vence a la serpiente, con una tocante evocación al protoevangelio del Génesis: “La Inmaculada es así la verdadera madre de todos los que viven; de los que han sido convocados hoy en este santuario, junto a sus pastores, para proclamar su fe en el Hijo de Dios, en Aquél que, haciendo nuevas todas las cosas, ha reconciliado consigo el mundo. Los animo a hacer brotar en los corazones de los hombres y mujeres de nuestro tiempo ese río de agua viva que salta hasta el cielo, para dar a Dios un culto en Espíritu y Verdad”, ha expresado.

Para finalizar la carta, el Pontífice argentino ha afirmado que en cada momento de la historia, “el Evangelio, permaneciendo siempre el mismo, se enriquece de significado. Lejos de descartar, incluye a cada persona que lo acoge. Pidamos a Dios que, en cada tiempo y lugar donde María nuestra Madre nos convoque, demos testimonio de esa íntima unión de la que sólo el Espíritu puede ser artífice”.



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