5 de noviembre de 1943: el día en el que el Vaticano fue bombardeado

Algunos testigos observaban cómo un avión llevaba días sobrevolando a baja altura. Luego se sabría que cartografiaba el terreno para bombardear su objetivo, la Radio del Vaticano

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En aquellos días de noviembre de 1943, en los que Roma estaba ocupada por el ejército nazi, todo era incierto en el Vaticano. Algunos testigos se habían fijado en que un avión llevaba varios días sobrevolando a baja altura el estado más pequeño del mundo. Más tarde se sabría que cartografiaba el terreno para bombardear su objetivo, que no era otro que la Radio del Vaticano.

Los alemanes ya habían tomado el control de Roma y en el norte se había establecido un régimen fascista títere bajo el mando de Mussolini, pero nadie temía un posible ataque, puesto que el Vaticano estaba protegido por un pacto de no beligerancia.

A las 20:10 de la tarde, cuando los residentes del Vaticano se encontraban en sus casas y afortunadamente nadie trabajaba en las oficinas ni se celebraban ceremonias litúrgicas, un avión desconocido arrojó 5 bombas de tamaño mediano: 4 cayeron sobre el territorio vaticano y otra de ellas quedó sin explotar fuera de las murallas del Vaticano.

En ese momento estalló el pánico, no se sabía el alcance del daño ocasionado y la noche cerrada no permitía comprobar si había alguna víctima. Hasta el día siguiente no se vio el efecto destructor de las bombas. La primera había caído cerca de la estación de ferrocarril y destruyó un depósito de agua; la segunda golpeó el laboratorio de Mosaicos y fue la que más destrozos ocasionó, puesto que aniquiló patrimonio artístico de valor incalculable.

La tercera bomba destruyó un lateral del edificio de la Gobernación y dejó la estructura en estado ruinoso. Una cuarta bomba estalló muy cerca de donde ahora se encuentra la residencia donde vive Francisco, Casa Santa Marta, en la plaza del mismo nombre. Es la que afectó directamente a la Basílica de San Pedro y rompió las vidrieras de La Gloria de Bernini, en el ábside de la Basílica. Según distintos historiadores el objetivo era Radio Vaticano, puesto que transmitía mensajes para los prisioneros de guerra y se pensaba que también mensajes cifrados para los partisanos que luchaban contra el fascismo. Era la primera vez que el Vaticano fue objeto directo de un ataque de estas características.

¿Pero quiénes fueron los responsables del bombardeo?

Durante mucho tiempo el misterio sobrevoló en torno a quién había sido el responsable del ataque. L’Osservatore Romano, los periódicos italianos y la prensa mundial hablaron durante una semana de lo ocurrido y la Secretaría de Estado del Vaticano pidió respuestas a los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, que negaron su responsabilidad. Al séptimo día, Pío XII pidió silencio a todas las partes para evitar que se multiplicara el odio y las acusaciones.

El misterio fue aclarado gracias a la investigación del periodista Augusto Ferrara, que publicó los resultados en el libro "1943: bombas en el Vaticano”. En este texto se desvela que los autores del ataque fueron fascistas italianos. El avión utilizado fue un bombardero de fabricación italiana conocido como Sparviero, que despegó de Viterbo, Italia. El jefe del operativo era Roberto Farinacci, un alto dirigente fascista, que en 1945 fue ejecutado por los partisanos.

El libro de Augusto Ferrara ofrece una transcripción de una conversación telefónica entre un sacerdote y un padre jesuita, Pietro Tacchi Venturi, en la que los dos confirman que fueron fascistas italianos.

El Bombardeo no fue el único peligro que se cernía sobre el Vaticano

El general alemán KarI Wolff, comandante de las SS en Italia desde el 9 septiembre de 1943 hasta el final de la guerra, confirmó que existía una orden de Hitler para capturar y deportar al Papa Pío XII. Hitler mismo le había trasmitido esta indicación el 11 o 12 de septiembre de 1943. Las indicaciones del Führer eran muy precisas. El comandante Wolff debía ocupar con sus tropas el Vaticano, llevar a un “lugar seguro” los archivos y las obras de arte del Vaticano y tras detener al Papa, trasladarlo al norte, para que no pudiera caer en manos de los aliados. En la mente de Hitler, el destino final de Pio XII sería Alemania o Liechtenstein. Lo que desconocían es que el Pontífice había previsto todo. En el caso de que el ejército ocupara el Vaticano, el presentaría la renuncia y convocaría un cónclave en un lugar secreto. De esta forma Hitler tan solo hubiera detenido a un cardenal y no a un Pontífice.

El general alemán KarI Wolff se resistía a obedecer estar órdenes y tras retrasar la ocupación con distintas excusas, en diciembre de 1943 convenció a Hitler de que el asalto y saqueo del Vaticano no era una buena medida. Meses después, el 5 de junio de 1944 las fuerzas aliadas liberaron Roma.

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