El inolvidable momento que vivió una española en la Misa de Inicio de Pontificado del Papa León XIV: "mucha ilusión y mucha impresión"

Si la Plaza de San Pedro es impresionante por sí misma, uno no se puede ni imaginar cómo debe ser verla con 250.000 personas reunidas allí, en un momento histórico como es una Misa de Inicio de Pontificado. No te digo lo que debe ser, subir a ese altar provisional que se alza en la escalinata de San Pedro, con la atención del Papa centrada sobre ti, y ponerse a leer una Lectura de los Hechos de los Apóstoles, que va a escuchar todo el mundo. Eso fue lo que le sucedió a Mariola Borrell.

En este tipo de celebraciones es habitual que cada lectura sea en un idioma y, desde el Vaticano, van eligiendo a diferentes fieles de todas las nacionalidades para que lean. En este caso la elegida fue Mariola Borrell, hija del conferenciante Pep Borrell, que se describe como una absoluta privilegiada: "mucha ilusión y mucha impresión también, porque ponerse a leer delante de toda esa multitud... ¡Madre mía!" así describía el momento Mariola que, añadía, que desde el atril no veía el final del gentío que se agolpaba en San Pedro.

Aun así, sin duda lo que más le impresionó fue el Papa, "no podía dejar de mirarle", la sensación de subir ahí, en el altar en pleno San Pedro, delante del Papa y de 250.000 personas, además, leyendo una lectura que habla del propio San Pedro... debe ser algo increíble.

Las reacciones y cómo le eligieron

Aunque en el momento de la lectura, evidentemente no hubo reacción, porque era durante la liturgia y la gente estaba con la actitud de estar en misa, "no con actitud de fumata", añadía Mariola; luego cuando terminó la celebración, empezaron a lloverle mensajes de sus familiares y amigos que estaban alucinando de haberla visto leer ante el Papa. También recibió el agradecimiento de muchos de los fieles que estaban en la misa y que pudieron disfrutar de una parte de la celebración en su idioma.

La elección fue un poco de rebote, de hecho, ella misma se preguntaba cómo se elegiría a los lectores, cuando asistió al funeral del Papa Francisco junto a una amiga. Y de repente le llamaron. Fue lo típico, un sacerdote que conoce a otro sacerdote, que conoce a una amiga de Mariola que se lo acaba trasladando a ella. La razón es que su amiga, que era la que iba a leer en un principio, es chilena y el Vaticano buscaba un acento español de España, porque en la última celebración ya había leído una persona de Latinoamérica y la política de la Santa Sede es ir alternando. Así, de casualidad, Mariola Borrell vivió un momento inolvidable.