¿Cuánto dura un cónclave? Estos han sido los más largos y los más cortos de la historia
Desde el próximo miércoles día 7 de mayo, el planeta entero estará pendiente de una chimenea hacia las 12:00 y las 19:00 horas cada día hasta que haya una fumata blanca

Cónclave
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Desde el próximo miércoles 7 de mayo, el mundo volverá su mirada hacia una chimenea en el corazón del Vaticano. A las 12:00 y a las 19:00 horas, los ojos estarán puestos en el humo que se eleve desde la Capilla Sixtina. Será negro si no hay Papa y blanco cuando finalmente lo haya. Así es el ritual que marca uno de los momentos más esperados en la vida de la Iglesia: el cónclave papal, una tradición envuelta en simbolismo, solemnidad y una larga historia que, en algunas ocasiones, ha puesto a prueba la paciencia de toda la cristiandad.
A pesar del secretismo que lo rodea, el cónclave actual no debería alargarse demasiado. Desde hace siglos, la Iglesia ha perfeccionado los mecanismos para elegir al nuevo Pontífice, especialmente desde el Concilio de Lyon en 1274, cuando Gregorio X, tras haber sido elegido en el cónclave más largo de la historia, estableció nuevas normas para evitar repeticiones de aquel episodio. Actualmente, con las reformas implementadas por papas recientes como Juan Pablo II en Universi Dominici Gregis (1996), y el conocimiento previo entre los cardenales gracias a las Congregaciones Generales, el proceso suele resolverse en cuestión de días. De hecho, en los últimos 200 años, ningún cónclave ha superado los cinco días de duración.
Un proceso breve en tiempos modernos
Los cónclaves contemporáneos han sido ágiles. El que eligió a Benedicto XVI en 2005 duró solo dos días, y el que consagró a Francisco en 2013 también concluyó tras solo cinco escrutinios en menos de 48 horas. Este ritmo rápido contrasta con el pasado, cuando las divisiones políticas, los intereses geoestratégicos y las tensiones internas del Colegio Cardenalicio hacían que el consenso se convirtiera en una tarea titánica.

Los cardenales se quedan en la Capilla Sixtina encerrados bajo llave
Uno de los ejemplos más extremos es el cónclave de 1268, que se celebró en la ciudad italiana de Viterbo y duró dos años y nueve meses. Las fricciones entre las facciones francesa e italiana eran tan profundas que los cardenales no lograban ponerse de acuerdo. Las autoridades locales, cansadas del bloqueo, encerraron a los cardenales, retiraron el techo del edificio y restringieron la comida con el objetivo de acelerar la decisión. Así, finalmente, eligieron a Teobaldo Visconti, que se encontraba en Tierra Santa y ni siquiera era cardenal. Fue proclamado como Gregorio X y, una vez Papa, impulsó importantes reformas para evitar una repetición de ese episodio.
Otro caso prolongado fue el cónclave de 1314, celebrado en Lyon, que se extendió por dos años y tres meses, o el de Constanza (1415-1417), que formó parte de los esfuerzos para poner fin al Cisma de Occidente. Estos cónclaves reflejan momentos de crisis y de redefinición en la historia eclesiástica.
¿Cuánto podría durar el cónclave de 2025?
Es difícil anticipar la duración exacta, pero todo apunta a que será breve. Si se mantiene la tendencia reciente, en dos o tres días podría haber una decisión, como ocurrió en la mayoría de los procesos desde el siglo XX. Solo una elección rompió esa norma en los últimos tiempos: la de Pío XI, en 1922, que se extendió cinco días, un récord contemporáneo.

Cónclave
La limitación a 120 cardenales electores, el aislamiento total en la Capilla Sixtina y la experiencia previa de los purpurados que ya han convivido y debatido en las congregaciones generales ayudan a reducir los tiempos. Las fumatas, que se esperan dos veces al día (a media mañana y por la tarde), serán el termómetro de la expectación mundial.
¿Será este un cónclave breve o tendremos una sorpresa? A partir del 7 de mayo, todo dependerá de la discreción, el discernimiento y el consenso entre los cardenales. Lo único seguro es que, cada día, a las 12:00 y 19:00 horas, el mundo entero mirará hacia el cielo del Vaticano en busca del humo blanco.