Las consecuencias que ha tenido para los vecinos de Castel Gandolfo las 'escapadas' semanales de León XIV

Leer, jugar al tenis o nadar, son algunas de las aficiones que León XIV cultiva en su visita semanal a Castel Gandolfo, antigua residencia veraniega de los pontífices

Papa León en Castel Gandolfo

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Redacción Religión

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Leer, jugar al tenis o nadar. Son algunas de las aficiones que León XIV cultiva en su visita semanal a Castel Gandolfo, antigua residencia veraniega de los pontífices. El Papa suele desplazarse hasta la Villa Barberini en la tarde de los lunes para regresar al Vaticano en la noche del martes. 

Es una de las diferencias entre León XIV y su antecesor Francisco, que prefirió no hacer uso de este patrimonio, convirtiendo el enorme Palacio Pontificio en un museo.

Sin embargo, ya que el palacio principal está ocupado por turistas y visitantes, León XIV recurre a Barberini, dotada de extensos jardines, rodeada por altos muros y con una comisaría de policía al lado que vela día y noche por su privacidad y seguridad.

 "Hago un poco de deporte, también leo, trabajo, cada día recibo correspondencia y llamadas telefónicas"  

En las 24 horas en las que permanece en el interior, el obispo de Roma pasea, descansa, lee y practica alguno de sus deportes preferidos, como natación en la piscina construida en tiempos de Juan Pablo II, en los años ochenta.

Él mismo lo confesaba por primera vez la pasada noche ante un grupo de periodistas que se habían posicionado en la acera frente a su puerta durante horas, a pesar del frío y de la niebla que subía del lago, para abordarle con sus preguntas a su regreso a Roma.

"Hago un poco de deporte, también leo, trabajo, cada día recibo correspondencia y llamadas telefónicas por ciertas cuestiones quizá más importantes y recientes. También hago un poco de tenis y de piscina, claro", revelaba a las puertas de la villa, en todo momento acompañado por su secretario, el cura peruano Edgar Iván Rimaycuna.

En las afueras de Roma, a orillas de un lago volcánico, se encuentra Castel Gandolfo, tradicional meta estival de los papas que ahora acoge con entusiasmo a León XIV, quien ha reanudado esta costumbre vacacional tras casi 13 años de ausencia de Francisco.-EFE/ Daniel Cáceres

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"¿Es una necesidad?", le inquiría una reportera. "Bueno, creo que el ser humano, para cuidarse de verdad, debe hacer algo de actividad para el cuerpo y el alma, porque hace bien. A mi me ayuda mucho esta pausa en la semana", respondía esbozando una sonrisa.

Curiosos y periodistas se hacen presentes en Castel Gandolfo cada martes

Su presencia en la villa también ha empezado a atraer cada martes a personas o curiosos que esperan verle o decirle algo y que exultan cuando el Papa aparece en el balcón, vestido de blanco y entre la niebla, para saludarles con la mano desde las alturas.

El Papa León XIV saluda a los fieles en una plaza de la libertad abarrotada en Castel Gandolfo

Entre los presentes en las puertas de la villa esta semana se encontraba un grupo de parejas del pueblo pastoreadas por el cura que les imparte un cursillo prematrimonial: "Quieren su bendición", musita el sacerdote, con tono de picardía.

A las 20.30 de la tarde se cumple la profecía -pues nunca se avisa si tiene intención de dejarse ver-: las puertas de la villa se abren y León XIV sale con sus colaboradores, sin abrigo, aguantando sin inmutarse un frío y una humedad de pasmo.

El Pontífice se enfrenta solo a las preguntas de los periodistas desde el otro lado de una valla que los delimita, sin eludir temas espinosos como el de los abusos en la iglesia o las políticas migratorias de Donald Trump en su propio país natal, Estados Unidos.

Una vez superado el frente de los micrófonos, el Papa se detiene a charlar con los fieles que le esperaban, para después subirse a su coche y regresar al Vaticano. Una media hora de carretera.

Con su marcha, las luces del patio de la villa se apagan, los periodistas corren a lanzar sus noticias, los agentes de policía se recogen, permitiendo de nuevo un tráfico previamente cortado para permitir su salida, y las parejas, los curiosos y el mismo cura del pueblo vuelven a sus casas, al menos esta semana "bendecidos".

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