Acaba el cónclave, ¿y ahora qué? Así serán los días y horas posteriores a la elección del nuevo Papa

El final de esta parte del proceso no supone que haya acabado, ya que hay otros pasos que dar una vez haya fumata blanca

Imagen tras el cónclave en el que fue elegido el Papa Francisco, marzo de 2013

Imagen tras el cónclave en el que fue elegido el Papa Francisco, marzo de 2013

José Manuel Nieto

Publicado el

3 min lectura

La fumata blanca asoma por la chimenea de la Capilla Sixtina. La emoción se desborda en la Plaza de San Pedro, los fieles rompen en aplausos y las cámaras de todo el mundo enfocan el balcón central de la basílica vaticana. Sin embargo, ese humo blanco no significa el final del proceso, sino el comienzo de una nueva etapa cargada de simbolismo, decisiones personales y rituales centenarios. Porque el final del cónclave no implica automáticamente que el nuevo Papa ya esté ejerciendo como tal. Todavía quedan pasos cruciales antes de que su pontificado comience oficialmente.

La decisión más íntima

En cuanto el candidato ha alcanzado los dos tercios necesarios del voto cardenalicio, la primera pregunta que se le formula es: ¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice? Esta aceptación es libre, y aunque poco frecuente, el elegido puede rechazarla. Solo si da su consentimiento, comienza a concretarse su papado. Esta escena se desarrolla en el interior de la Capilla Sixtina, lejos de la vista del mundo, pero cargada de tensión y solemnidad.

Acto seguido, el nuevo Pontífice elige el nombre papal con el que será conocido durante todo su ministerio. Esta elección, aunque libre, suele responder a motivaciones espirituales, teológicas o de homenaje. Ejemplos recientes como Francisco, elegido en honor a San Francisco de Asís, o Benedicto XVI, que quiso subrayar la importancia de la fe y la razón, muestran cómo este gesto inicial proyecta ya una dirección para el nuevo papado.

Papa Francisco

EFE

Papa Francisco

Más tarde, ya en la llamada Sala de las Lágrimas, el nuevo Papa se reviste con los hábitos pontificios, incluidos el palio, la mitra y el tradicional anillo del Pescador, símbolo del poder espiritual conferido por Cristo a Pedro y sus sucesores. Es un momento de recogimiento, donde muchos Papas se han emocionado o incluso han derramado lágrimas, conscientes de la magnitud de la misión que comienzan.

La proclamación  

Con los hábitos ya puestos, el nuevo Sumo Pontífice regresa a la Capilla Sixtina. Los cardenales electores se arrodillan uno a uno ante él, reconociendo públicamente su autoridad espiritual. Este acto, aunque interno, cierra simbólicamente el cónclave.

Minutos después, el mundo presencia por primera vez al nuevo Papa. El cardenal protodiácono, desde el balcón de la Basílica de San Pedro, pronuncia las palabras que han marcado la historia de la Iglesia: Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam. Es el momento de la proclamación pública, donde millones de fieles, tanto en la plaza como a través de los medios, reciben al nuevo pastor de la Iglesia universal. El Papa saluda y da su primera bendición Urbi et Orbi, a la ciudad de Roma y al mundo entero.

Miles de fieles se congregan en la Plaza de San Pedro, Roma, para dar su último adiós al Papa Francisco

Miles de fieles se congregan en la Plaza de San Pedro, Roma, para dar su último adiós al Papa Francisco

En los días siguientes, el nuevo Papa celebrará su misa inaugural en la Basílica de San Pedro. Este acto solemne, transmitido a escala global, representa el inicio formal de su pontificado. En ella participan representantes de gobiernos, líderes religiosos y fieles de todo el planeta. El Evangelio, la Eucaristía y los gestos litúrgicos dan contenido teológico a su servicio como sucesor de Pedro.

Este complejo proceso posterior a la fumata blanca es, por tanto, más que un protocolo. Se trata de un tiempo de transición espiritual, simbólica y litúrgica, donde el nuevo Papa pasa de ser elegido a ser plenamente reconocido como Vicario de Cristo en la tierra.

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