El motivo por el que el santo Carlos Borromeo es patrono de los catequistas y seminaristas: "Imprescindible”

A lo largo de su trayectoria, Carlos Borromeo fundó unas 750 escuelas de catecismo con 3.000 catequistas y 40.000 alumnos

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La Iglesia celebra este viernes, 4 de noviembre, a San Carlos Borromeo, patrono de los catequestas y seminaristas. Motivo por el que el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, ha reivindicado la importancia del santo en la historia eclesiástica y de quienes imparten catequesis, al tratarse de una figura “imprescindible” que guía “al encuentro con Jesús, custodian y alimenta la memoria de Dios y contagian esa alegría de la salvación”.

El motivo por el que Carlos Borromeo es patrón de los catequistas es la importancia que a lo largo de su trayectoria dio a la formación de sacerdotes bien formados. Para ello fundó unas 750 escuelas de catecismo con 3.000 catequistas y 40.000 alumnos. Además, creó un total de seis seminarios y redactó para esos institutos unos reglamentos que luego serían copiados por numerosos obispos.

La biografía de Carlos Borromeo

San Carlos Borromeo era noble gracias a sus padres, el conde Gilberto Borromeo y Margarita, que pertenecía a la rama milanesa de los Médicis. Durante su vida, el hoy santo se distinguió por su talento y sus virtudes. Era el segundo de los varones entre los seis hijos de una familia. Nació en el castillo de Arona, junto al lago Maggiore, el 2 de octubre de 1538.

A los doce años, recibió la tonsura y, su tío, Julio Cesar Borromeo, le cedió la abadía benedictina de San Gracián y San Felino, en Arona, que desde tiempo atrás estaba en manos de la familia.

Se dice que Carlos, aunque era tan joven, recordó a su padre que las rentas de ese beneficio pertenecían a los pobres y no podían ser aplicadas a gastos seculares, excepto lo que se emplease en educarle para llegar a ser, un día, digno ministro de la Iglesia. Después de estudiar el latín en Milán, el joven se trasladó a la Universidad de Pavía, donde estudió bajo la dirección de Francisco Alciati, quien más tarde sería promovido al cardenalato a petición del santo.

Carlos tenía cierta dificultad de palabra y su inteligencia no era deslumbrante, de suerte que sus maestros le consideraban como un poco lento; sin embargo, el joven hizo grandes progresos en sus estudios. La dignidad y seriedad de su conducta hicieron de él un modelo de los jóvenes universitarios.

Falleció la madrugada del 4 de noviembre mientras pronunciaba las palabras "Ecce venio", a los 46 años de edad. La devoción al santo cardenal se propagó rápidamente. En 1601, el cardenal Baronio, quien le llamó "un segundo Ambrosio", mandó al clero de Milán una orden de Clemente VIII para que, en el aniversario de la muerte del arzobispo, no celebrasen misa de réquiem, sino una misa solemne. San Carlos fue oficialmente canonizado por Paulo V en 1610.

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