Bernard Ardura, postulador de la causa de Foucauld: «Para el Papa, es el santo de la fraternidad universal»

El Papa Francisco canoniza este domingo al «santo del desierto», referencia espiritual para miles de personas

Tiempo de lectura: 4’

«Para el Papa, Charles de Foucauld es el hermano universal, y por tanto es el santo de hoy, el santo de la fraternidad universal». Palabra del Padre Bernard Ardura, una de las personas que mejor conoce su vida y obra, no es vano es el postulador de su causa de canonización. Foucauld y otros nueve beatos son canonizados este domingo, 15 de mayo, en la plaza de san Pedro.

ctv-z6s-carlos-de-foucauld

«El Papa Francisco es muy aficionado a Charles de Foucauld», dice Ardura en una entrevista concedida al portal católico suizo Cath.ch. «Después de leer su biografía escrita por Pierre Sourisseau, hizo añadir un pequeño párrafo al final de su encíclica Fratelli tutti. Destacó la profunda fe de este hombre que supo experimentar a Dios y convertirse en hermano de todos los hombres y mujeres. El Papa también ha ofrecido este libro sobre Charles de Foucauld a los miembros de la Curia».

El llamado «santo del desierto» llega a los altares tras el reconocimiento por parte de la Congregación para las Causas de los Santos de su intercesión en la salvación, en 2016, de un joven carpintero llamado Charle que se cayó desde una altura de más de quince metros.

No se trata de una intervención de curación, sino de una «rara categoría» de milagros conocidos como «scampato pericolo» («peligro evitado»), dice el padre Ardura. Ha habido que demostrar «técnicamente» que el joven se libró de una tragedia que le habría llevado inevitablemente a la muerte o le habría causado una tetraplejía. «Un ingeniero aerodinámico estudió el caso, teniendo en cuenta la duración de la caída y la velocidad a la que el joven carpintero se estrelló contra el suelo. Los médicos dedujeron los efectos esperados a partir de esta información, utilizando la estadística. El resultado fue que lo que ocurrió no se correspondió con los efectos previstos por la ciencia. Charle se cayó y un reposabrazos le atravesó el costado. Ningún órgano vital se vio afectado, no tuvo secuelas, ni psíquicas ni físicas».

El postulador explica que su trabajo ha consistido también en detallar las «coincidencias providenciales» del hecho. A saber: el accidente tuvo lugar durante el año del centenario de su muerte, cuando todas las familias espirituales rezaban para obtener gracias y un milagro; en concreto, se produjo el 30 de noviembre de 2016, la víspera del aniversario. Esa noche, tras la caída, el jefe de la empresa envió decenas de mensajes de texto pidiendo a familiares que rezaran al beato Foucauld por su trabajador; y en la parroquia dedicada a este en Saumur se estaba terminando una novena de oración para preparar la fiesta.

Luego, añade el P. Ardura, hay también «algunas coincidencias inquietantes» en cuanto a la ubicación. «La caída tuvo lugar en Saumur, donde Charles de Foucauld acudió a la escuela de caballería. Se produjo en la zona de la parroquia Charles de Foucauld, creada cuatro años antes. Se trata de una parroquia en la que se invocaba al Beato durante todo el año mediante una oración que se recitaba después de la comunión, al final de cada misa. Y Charle se cayó mientras trabajaba en las obras de la capilla de la Institución Saint-Louis, un instituto que iba a acoger las celebraciones parroquiales del centenario».

Soldado, aventurero, trapense, ermitaño, traductor… sacerdote

Nacido el 15 de septiembre de 1858 en Estrasburgo, en el seno de una familia aristocrática, Charles de Foucauld llevó una vida disoluta hasta que en 1886 encontró a Dios y se convirtió. Fue soldado y explorador. Luego llegaron la vocación religiosa, el monasterio trapense, la ordenación sacerdotal (en la diócesis de Viviers, en 1901), la vida de ermitaño, la estancia en Nazaret y el establecimiento definitivo en el Sáhara, con los tuaregs, en donde fue asesinado.

Su lema se resumía en dos palabras: «Iesus Caritas» (Jesús amor). Con él inició un camino verdaderamente evangélico al que atrajo a miles de discípulos. Toda su vida religiosa fue un continuo empeño por seguir a Jesús. «He perdido mi corazón por este Jesús de Nazaret crucificado hace mil novecientos años y me paso la vida intentando imitarle en la medida de mi debilidad», le escribió en cierta ocasión a un amigo de la infancia ateo.

Para Foucauld todo se reducía al amor y a seguir a Jesús en el amor a los últimos. «Amor a Dios, amor al prójimo... Esa es toda la religión…», afirmaba. Esta concepción de la fe llevó al abate Huvelin a escribir en 1889 al abad de Solesmes que Foucauld había hecho «de la religión un amor».

«El hermano universal»

«Quiero acostumbrar a todos los habitantes, cristianos, musulmanes y judíos... a verme como su hermano, el hermano universal. Empiezan a llamar a la casa “zaouia” (hermandad) y eso es dulce para mí», decía Foucauld, satisfecho, durante su estancia en las arenas de Argelia.

El «apóstol de los tuaregs» —se convirtió en una referencia en el conocimiento de estos nómadas, llegando a escribir un diccionario tuareg-francés– fue beatificado en Roma el 13 de noviembre de 2005, al comienzo del pontificado de Benedicto XVI.

«Charles de Foucauld —dijo en su homilía entonces el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Saraivaejerció una notable influencia en la espiritualidad del siglo XX y sigue siendo, al comienzo del tercer milenio, una referencia fecunda, una invitación a un estilo de vida radicalmente evangélico, incluso más allá de quienes pertenecen a los distintos grupos que componen su numerosa y diversa familia espiritual».

El nonagenario purpurado portugués añadió: «Acoger el Evangelio en toda su sencillez, evangelizar sin querer imponer, dar testimonio de Jesús respetando otras experiencias religiosas, reafirmar la primacía de la caridad vivida en fraternidad, son algunos de los aspectos más importantes de una preciosa herencia (…)».


Religión