“De yonki de la vida a yonki de Cristo”: La historia de superación de Juan, marcada por las drogas

Juan García, miembro de la Comunidad Cenáculo, cuenta cómo la drogadicción lo afectó a él y a su familia desde su juventud, además de su camino de recuperación y transformación dentro de dicha comunidad 

Juan García
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Sofia Gómez Pérez

Madrid - Publicado el

4 min lectura

"Para mí bajar al piso de abajo donde estaban mis hermanos era como la fiesta. Ahí es donde ellos se divertían y era como una universidad de la droga porque contaban historias y a mí eso generaba mucha curiosidad". Así describe Juan García, ahora miembro de la Comunidad Cenáculoen una entrevista en 'Ecclesia es domingo' de TRECE, sus primeros contactos con el mundo de las drogas. 

Juan compartió con humildad y sinceridad cómo la drogadicción no solo lo afectó a él directamente, sino que también marcó a su entorno familiar. Su testimonio ofrece una visión de su camino desde la oscuridad de la adicción hasta la esperanza y el nuevo sentido de vida que encontró en la comunidad.

Una juventud marcada por la curiosidad y el vacío  

Siendo el menor de seis hermanos, Juan creció en una familia de clase media. Sin embargo, el hecho de que sus hermanos mayores estuvieran inmersos en el consumo de heroína y otras drogas en los años 80, creó un ambiente particular en su hogar. Para Juan, bajar al piso donde ellos se reunían era una experiencia que despertaba su curiosidad. "Yo miraba con admiración a mis hermanos mayores porque eran como mi referencia y yo decía, 'Se divierten un montón, se ríen y yo estoy triste aquí, pues yo no voy a ser menos. Yo también me quiero divertir'".

Esta admiración lo llevó a iniciarse en el consumo a temprana edad. "Cuando era un poco consciente, 10, 11, 12 años y a los 13 años ya empecé a consumir pues el tabaco, cannabis y ya generando una curiosidad por probar todo tipo de sustancias porque en realidad mi vida era aburrida, de ir al colegio, no encontraba sentido". La facilidad para acceder a las drogas en su propia casa, donde sus hermanos incluso vendían, facilitó este inicio temprano.

La situación familiar se complicó con la depresión de su padre, quien, según Juan supo después que consumía anfetaminas desde joven. Este contexto de inestabilidad emocional y la posterior muerte de su padre generaron en Juan una profunda sensación de vacío, aumentando sus ganas de evadirse en las drogas. Incluso, en un intento por comprender la adicción de uno de sus hermanos a la heroína, llegó a probarla él mismo. "Yo no entendía cómo mi hermano Carlos podía tener dos hijos y no desengancharse. Decía, 'pero tú tienes que cuidar de tus hijos, tienes que dejar la droga', y él decía, 'ya, pero es que no lo consigo'. Entonces trataba de ayudarle, incluso llegué a probarla, en mi ignorancia e ingenuidad" .

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El impacto del Cenáculo: una vida reconstruida sin atajos  

Tras un período de búsqueda y un grave accidente en Italia que le provocó la pérdida de una manoJuan regresó a España y se encontró con la impactante transformación de su hermano Carlos, quien había ingresado en la Comunidad Cenáculo. "Me encontré con otra persona, un hermano mío mucho más tranquilo, que me miraba los ojos, que que transmitía felicidad, alegría, positividad". Una experiencia que lo motivó a acercarse a la comunidad.

La Comunidad Cenáculo se caracteriza por un método riguroso que prescinde de terapias convencionales y medicación. "Lo primero que nos enseña es a vivir bien, a tener un horario, levantándonos con el sol por la mañana temprano y una vida con unos tiempos para rezar, para trabajar, para hablar, para reír, para hacer deporte, pero muy marcado. Juan destaca la centralidad de la oración y la vida comunitaria como pilares de este proceso de recuperación

Dentro de la comunidad, experimentó la "Providencia Divina", la llegada inesperada de recursos que les permitían subsistir. También conoció a Madre Elvira, la fundadora, cuya figura dejó una huella imborrable en él. "Transmitía una mirada de amor concreto, amor que te mira, pero que te exige, para mi bien".

Para aquellos que deseen apoyar la labor de la Comunidad Cenáculo, se presentó la obra de teatro "Metanoia", dirigida por Rafael Bario. Según Bario, busca representar la transformación personal que experimentan las personas en la Comunidad del Cenáculo, un cambio que él describe como pasar de ser un "yonki de la vida a ser un yonki de Cristo, un yonki de la verdad". Subraya que "Metanoia viene a significar que no ocurre un día y desaparece, sino que tenemos que desarrollarla cada día en nuestra vida con ese alimento de los sacramentos". 

Tras permanecer en la comunidad más tiempo de lo habitual, Juan regresó a España con la misión de ayudar a otros jóvenes con problemas de adicciónActualmente participa en un centro de escucha de la Comunidad Cenáculo en Torrelodones. "Me di cuenta que no había sido nunca feliz", reflexiona Juan, subrayando la profunda transformación que experimentó en la comunidad, un camino de fe, verdad y redescubrimiento de la alegría de vivir. Su testimonio, junto con iniciativas como la obra "Metanoia", busca ofrecer esperanza y dar a conocer la labor de la Comunidad Cenáculo en la ayuda a personas y familias afectadas por la drogadicción.

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