El obispo de Vitoria, en sintonía con el Papa, pide una Iglesia que escuche y cuide a sus mayores: "No son una carga, son una bendición"

 Juan Carlos Elizalde dedica su homilía en la jornada de los abuelos y ancianos a reivindicar su lugar en la Iglesia y la sociedad

Homilía del Obispo de Vitoria

Homilía del Obispo de Vitoria

Borja Cuñado

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En una emotiva homilía celebrada en la Catedral de María Inmaculada, el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, recordó desde Roma el valor insustituible de las personas mayores y su papel como "memoria viva" de la fe. La celebración se enmarca en la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, convocada por el Papa Francisco.

Con la presencia de numerosos mayores y familias vitorianas, la eucaristía de este pasado domingo se convirtió en un espacio de reconocimiento a quienes durante décadas han sostenido, con discreción y entrega, tanto la vida eclesial como la familiar. "Sin los mayores, nuestra sociedad sería más pobre, más frágil, más desconectada de sus raíces", afirmó el obispo, quien ha acompañado estos días al Papa Francisco en Roma.

En una carta pastoral publicada por la Diócesis de Vitoria, Elizalde insiste en que la vejez "no es una enfermedad", sino una etapa de "sabiduría y fecundidad espiritual", en la que los abuelos y ancianos tienen aún mucho que ofrecer. Alineado con el mensaje del Santo Padre, el obispo también subrayó que las parroquias deben ser lugares donde los mayores no se sientan desplazados, sino escuchados, acogidos y activos.

El valor de la memoria: la fe que se hereda

"La Iglesia necesita a los mayores", proclamó Elizalde desde el altar mayor, "porque ellos son el puente entre generaciones, los que siembran con sus relatos la esperanza en los corazones jóvenes". Durante la homilía, no solo se dirigió a los ancianos presentes, sino también a quienes conviven con ellos: hijos, nietos, cuidadores y comunidades.

En palabras del obispo, "no se trata solo de cuidar físicamente a nuestros mayores, sino de reconocer su dignidad, de dejarnos interpelar por su historia". Añadió que la sociedad moderna corre el riesgo de "arrinconar lo que no produce", cuando en realidad "los mayores producen vida, amor, fe, y una sabiduría que no se improvisa".

Durante la celebración, se pidió de forma especial por los mayores que viven en soledad, por quienes no tienen familia cerca o sufren el abandono. "Cuidar de ellos es un acto de justicia y de gratitud", insistió el prelado vitoriano.

Desde Roma, en comunión con el Papa

Elizalde se encuentra estos días en Roma participando en varios encuentros con el Santo Padre, y ha querido unirse espiritualmente a la diócesis vitoriana en esta jornada. En su carta, remarca que "la presencia del Papa Francisco en esta celebración, a sus 88 años, es ya un testimonio profético del lugar que los mayores tienen en la Iglesia".

El obispo también anunció que a su regreso mantendrá un encuentro con asociaciones de mayores, residencias y comunidades parroquiales para continuar promoviendo una pastoral del acompañamiento que no solo mire al pasado, sino que proyecte futuro.

"La Iglesia que escucha a sus mayores, es una Iglesia que sabe caminar con todos", concluye Elizalde en su mensaje, recordando que este es un tiempo para celebrar su vida, aprender de su fe y caminar juntos.

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