El huerto de Madrid que siembra un futuro para los migrantes: "Se trata de que salgan de esa zona de exclusión social"

La ecología integral que promueve la Iglesia vincula el cuidado del medio ambiente con la dignidad de la persona. Con este espíritu nace 'Hermana Tierra', el huerto capuchino que ha conocido 'Solidarios por un bien común'

Solidarios

José Melero Campos

Publicado el

3 min lectura

Cuidar el planeta no es una opción, sino una urgencia ética, social y espiritual. La ecología integral que promueve la Iglesia no separa el cuidado del medio ambiente del cuidado de las personas, especialmente de los más vulnerables. En este espíritu, florece el huerto 'Hermana Tierra', una iniciativa de los hermanos capuchinos en El Pardo (Madrid), que conjuga el respeto por la creación con la inclusión laboral de personas migrantes en situación de exclusión.

“Esto es parte de una empresa de inserción sociolaboral que se llama 'Trebede Social', que pertenece a SERCADE”, explica María López, responsable del proyecto. “Esta es la parte de agroecología que tenemos. Es una huerta grande, ecológica, en terreno de Patrimonio Nacional. Desde aquí se reparten cestas de verdura de temporada a grupos de consumo cada dos semanas”, ha agregado en el programa 'Solidarios por un bien común' de TRECE.

El huerto, fundado en 2014, es más que un proyecto agrícola: es un espacio donde se cultiva la dignidad humana. Aquí trabajan jóvenes migrantes, muchos de ellos procedentes de África subsahariana, que han llegado a España tras largas y difíciles travesías. “La gente que llega a nuestro centro de emergencia siempre son africanos”, cuenta María. “Yo creo que esto funciona mucho de boca a boca. Y aquí lo que se pretende es un empleo digno, enfocado también al tema verde”.

 Un proyecto con raíces sociales 

El huerto forma parte de un entramado mayor de apoyo y acompañamiento. SERCADE ofrece atención a personas mayores, menores no acompañados y migrantes en situación de vulnerabilidad, a través de centros de acogida, residencias y programas formativos. El huerto representa la última etapa de ese acompañamiento: el acceso al empleo.

“Aquí tenemos tres personas contratadas”, explica María. “Es una empresa de inserción, y por ley, los trabajadores pueden estar un máximo de tres años. Durante ese tiempo, no solo aprenden a cultivar, sino que desarrollan competencias básicas para integrarse en el mercado laboral: puntualidad, trabajo en equipo, compromiso”.

La clave está en ofrecer una oportunidad real de transformación. “Estos chicos que venían de albergues, cuando tienen un empleo, pueden hacer un proyecto personal. Ya son autónomos. Cada uno vive en su habitación. Yo siempre digo que el trabajo es lo que le cambia la vida a estas personas, porque les permite hacer un pequeño proyecto de presente y de futuro”.

 Formarse para florecer  

Alejandro, técnico de acompañamiento laboral en el proyecto, subraya la importancia del proceso formativo. “Con cada uno de ellos diseñamos un itinerario formativo-laboral. La idea es que, además de tener un trabajo y una nómina, adquieran capacidades que les permitan después incorporarse al mercado laboral normalizado”.

Muchos de estos jóvenes han vivido experiencias durísimas en su camino hacia Europa. “Suelen venir de Mali, Senegal, de rutas subsaharianas. Algunos tardan años en llegar. Han pasado muchas penurias”, explica Alejandro. “Aquí lo que tratamos es que encuentren un futuro más digno, con formación, trabajo y una perspectiva real de inclusión”.

El proyecto busca romper el círculo de la exclusión, dar herramientas para que estas personas puedan caminar con autonomía. “Se trata de que salgan de esa zona de exclusión social”, concluye Alejandro.

Una conversión ecológica integral  

El Papa Francisco, en su encíclica 'Laudato Si’, nos recuerda que la crisis ecológica y la crisis social están profundamente unidas. En este huerto, ambas realidades se abordan a la vez: se respeta la tierra y se protege la dignidad humana.

La propuesta es clara: promover una “conversión ecológica” capaz de transformar estilos de vida, fomentar la solidaridad y respetar profundamente la creación. Iniciativas como 'Hermana Tierra' muestran que es posible vivir en armonía con la naturaleza y construir un mundo más justo.

En palabras de María: “Con ellos es muy fácil trabajar. Son personas que han hecho su proceso migratorio con un objetivo claro: venir a trabajar. Y entonces es fácil, porque es a lo que vienen”.

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