"Cada hijo es una misión que Dios nos da": El testimonio de fe de Juan Ramón y Patricia, padres de 12 hijos

Este matrimonio ha convertido su hogar en un "faro de esperanza" donde cada uno de sus hijos representa una bendición divina.

Gonzalo de Esteban

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En una entrevista para Trece,  Juan Ramón del Amo López y Patricia de Palacios Astiaso han compartido su extraordinario testimonio como padres de una familia numerosa de doce hijos. Para esta pareja cristiana, cada nuevo embarazo no representa una carga, sino "una misión que Dios nos da", como ellos mismos expresan con convicción.  

La familia ha enfrentado momentos de incertidumbre económica, especialmente durante la crisis de 2008 cuando Juan Ramón, que trabaja en la construcción, atravesaba una situación laboral precaria. Precisamente en ese momento crítico, Patricia se quedó embarazada de su octavo hijo. "La gente se sorprendía porque estábamos en una crisis", recuerda Juan Ramón, quien añade: "No sabemos el futuro, pero lo que sí tenemos delante es la obra de Dios, que es tener una persona".  

Patricia decidió abandonar sus estudios universitarios para dedicarse completamente a la educación de sus hijos. "Tuve tiempos de tentación de decir 'necesito trabajar', pero Dios nos daba un hijo detrás de otro", explica la madre, interpretando cada embarazo como una clara señal divina de que su lugar estaba en el hogar. Su misión, según afirma, es "educar a una persona para que sea una persona de bien, tenga una misión en la vida, pero también para que vaya al cielo".  

El matrimonio ha destacado cómo su mera presencia genera curiosidad y reflexión en su entorno. "El primer día que fui al cole, sin hacer yo nada, se me acercaba la gente y me decía: 'yo quería tener más hijos'", relata Juan Ramón, evidenciando el impacto que las familias numerosas cristianas tienen en una sociedad que, según ellos, vive inmersa en la "cultura del descarte".  

El amor como fundamento de las relaciones familiares  

Para Patricia, la clave de su familia radica en enseñar a sus hijos que "las relaciones no vienen por interés". La madre explica que intentan inculcar a sus hijos que "todo lo haces para los demás, por amor a los demás, para servir a los demás". Esta filosofía cristiana del servicio se refleja en la dinámica familiar, donde los hermanos mayores ayudan naturalmente a los menores.  

La organización del día a día con doce hijos requiere flexibilidad más que rigidez. "Como la clave sea el orden, esto no funciona", bromea Juan Ramón, quien prefiere "dejarse llevar por el día a día". Patricia recuerda con cariño cómo su marido, al llegar del trabajo y encontrar la casa llena de juguetes, en lugar de enfadarse, decía: "Se nota que en esta casa hay vida".  

Un testimonio de esperanza para las familias cristianas  

Con algunos de sus hijos ya casados y siendo abuelos, Juan Ramón y Patricia pueden constatar que "cada vida es única" y que la bendición de tener "personas que están tan arraigadas a ti, que están tan unidas a ti" compensa cualquier sacrificio material.  

Su testimonio se presenta como un ejemplo luminoso para las familias cristianas contemporáneas, demostrando que la confianza en Dios y el amor incondicional pueden superar las dificultades económicas y sociales. En un mundo donde la natalidad desciende y las familias se reducen, Juan Ramón y Patricia ofrecen una perspectiva diferente: "Dios es bueno con nosotros, y si es bueno con nosotros, también con nuestros hijos".  

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