Fernando Prado, obispo de San Sebastián, pide valentía para revertir la sequía de vocaciones: "Los jóvenes de hoy son más miedosos"

El obispo de San Sebastián, Fernando Prado, ha compartido su reflexión sobre la ausencia de seminaristas en su diócesis a través de una carta titulada 'Nuestros seminaristas'. Pese a constatar que actualmente no hay ningún joven formándose en el seminario de Guipúzcoa, una situación que se prolonga desde 2019, el prelado mantiene la esperanza y la confianza. "Tengo la confianza de que existen, pero existen en el corazón de Dios y que cuando Dios quiera, pues nos los dará, y volveremos a tener seminaristas en la diócesis, espero que más pronto que tarde", ha asegurado en una entrevista en el programa 'Ecclesia es Domingo'.

Una "sequía vocacional" en un contexto de crecimiento

Esta situación local contrasta con algunos datos nacionales presentados en la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia Católica en España. Según el informe, el número de bautizados mayores de siete años se ha incrementado en un 12,6% en el último año, con un total de 13.323. Asimismo, en 2024 se administraron más de 146.000 bautismos, 154.000 primeras comuniones, 100.000 confirmaciones y 31.000 matrimonios. A nivel nacional, la cifra de seminaristas ha crecido hasta los 1.036, un dato que algunos atribuyen al "efecto JMJ".

La vida de la Iglesia en España se sostiene gracias a la labor de miles de personas. La fe es anunciada por cerca de 82.000 catequistas, 34.000 profesores de religión y 9.000 misioneros españoles repartidos por 133 países. Además, más de 8,2 millones de personas acuden a misa regularmente y anualmente se celebran más de 9,5 millones de eucaristías en las casi 23.000 parroquias del país, la mitad de ellas en el ámbito rural.

"Si no cuidamos en nuestras comunidades las vocaciones, no va a haber vocaciones"

Para Fernando Prado, la falta de vocaciones es un "subrayado pastoral" y una "preocupación importante" desde su llegada a la diócesis en diciembre de 2022. Reconoce que el norte de España, y especialmente el País Vasco y Cataluña, vive una "sequía vocacional más grande" debido a una secularización más fuerte. Ante este "invierno vocacional", el obispo subraya que la Iglesia debe activarse. "Quizá antes venían las vocaciones, venían un poco solas", ha comentado, pero ahora es necesario "cambiar un poco la mentalidad" y no esperar pasivamente.

El titular de la diócesis de San Sebastián ha hecho un llamamiento a toda la comunidad cristiana a implicarse activamente en la pastoral vocacional. En su opinión, la responsabilidad es compartida y se resume en una premisa clara: "Si no cuidamos en nuestras comunidades las vocaciones, no va a haber vocaciones que cuiden de nuestras comunidades". Por ello, ha propuesto que se creen grupos vocacionales en las parroquias para mantener viva la llama de la inquietud por la llamada de Dios.

La clave, según Prado, es desarrollar una cultura vocacional en las familias y comunidades. Esto implica generar un ambiente donde cada persona se plantee la pregunta fundamental: "¿Yo para quién soy?". El objetivo es que "todos tenemos una vocación y tenemos que vivir tratando de responder a la voluntad del Señor para nuestras vidas". La oración constante y la implicación de todos son, para el obispo, dos de las herramientas más potentes para lograrlo.

"los jóvenes de hoy son más miedosos" 

Actualmente, ya hay "unos cuantos jóvenes" en los grupos de pastoral juvenil de la diócesis que están realizando un "proceso sincero y serio de discernimiento". El obispo los describe como jóvenes "muy normales", universitarios de entre 20 y 22 años. Este perfil, explica, difiere del de épocas pasadas, cuando las vocaciones surgían a edades más tempranas, aunque él mismo entró en el seminario con 22 años. Prado percibe que los jóvenes de hoy "son más miedosos" y que "el ambiente tampoco ayuda demasiado".

A estos jóvenes que se plantean su vocación, el obispo de San Sebastián les envía un mensaje de ánimo y confianza. Les pide que sean "valientes" porque "el Señor nunca defrauda, que siempre tiene pensado para nosotros lo mejor". Les anima a dar el paso de iniciar una vida en el seminario como una oportunidad de crecimiento, asegurando que, al decir "sí", las ansiedades se calman. También insiste en que la decisión debe ser fruto de un discernimiento serio y acompañado por un sacerdote con experiencia, no de "un mero entusiasmo después de un retiro".