Fallece Gabriel Delgado, el sacerdote gaditano que dio su vida por los más necesitados y el colectivo migrante

El obispo de Cádiz ha elogiado la figura de Delgado como referente en la pastoral por su entrega, dedicación y experiencia en el trabajo de acogida y promoción de los emigrantes

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Cádiz está de luto tras conocer la muerte este viernes, 12 de noviembre, del sacerdote Gabriel Delgado Álvarez, a los 75 años de edad. Un religioso que se convirtió en todo un referente en la atención a los migrantes.

Adscrito a la Parroquia de San Ambrosio de El Palmar (Vejer de la Frontera), fue director del Secretariado Diocesano de Migraciones desde el año 1994 y director de la Fundación Centro Tierra de Todos desde el 2010.

Hablar de Gabriel Delgado es hablar de un hombre bueno con mayúsculas, entregado toda su vida a los necesitados, especialmente a las personas migrantes. Persona exigente e inconformista en su labor pastoral, bien lo saben los que han trabajado codo a codo con él durante todos estos años en el secretariado.

Promover la formación integral de los jóvenes y su acceso al empleo, así como la integración y la reagrupación familiar de los inmigrantes, la asistencia jurídica, el conocimiento de la lengua y la cultura, el acceso a alojamientos dignos, la formación o la puesta a disposición de Centros de día y de acogida formaron parte de su permanente actividad han sido sus ejes de acción.

Comprometido con todas las causas sociales y la defensa de los derechos humanos, el Padre Gabriel nunca miró ni la religión ni el color político. Mantuvo relación con todo tipo de personas, creyentes, no creyentes, estrechando lazos con otras confesiones religiosas, un ejemplo también de ecumenismo y del diálogo interreligioso. Un sacerdote que evangelizó tanto con sus actos como con su palabra.

Siempre siguió, por tanto, los cuatro verbos pronunciados por el Papa Francisco: “Acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados”, se preocupó por desmentir todos los bulos que rodean a las personas migrantes y de quitar del vocabulario de muchos la palabra “problema” cuando se referían a las migraciones, y sustituirlo por “realidad”.

Nació en Cádiz en 1946, realizó estudios en el Seminario de Cádiz y en la Facultad de Teología de Salamanca, siendo ordenado sacerdote el 25 de octubre de 1975. Tras una primera etapa en la que se integra al colectivo de sacerdotes obreros, trabajando en los Astilleros de Cádiz, fue consiliario diocesano y regional de la JOC de Andalucía, delegado diocesano de la Pastoral Obrera y presidente de la Asociación Cardijn. Continuó su labor junto a otros muchos voluntarios bajo las iniciativas del Secretariado Diocesano de Migraciones, la Fundación Centro Tierra de Todos y la Asociación Cardijn. En el año 2001 recibió la medalla de Andalucía.

El obispo de Cádiz lamenta la pérdida del Padre Gabriel

Tras conocer el fallecimiento de Gabriel Dejado Álvarez, el obispo de Cádiz ha reivindicado su figura en un comunicado: “Este sacerdote entregado por completo a los emigrantes ha luchado por ellos hasta el fin de su vida, siendo un referente en la pastoral diocesana y nacional por su entrega, dedicación y experiencia en el trabajo de acogida y promoción de los emigrantes y en la defensa de sus derechos”.

Mons. Rafael Zornoza ha agregado que su marcha deja un vacío muy grande, aunque “compensado únicamente por la certeza de la vida eterna y la seguridad que nos da la esperanza en el Señor, a quien siempre quiso servir evangélicamente. El Señor le sostenía en sus esfuerzos, y a su cruz se abrazó pacientemente en su larga enfermedad hasta el final, ofreciéndose en sus padecimientos con la entrega propia de un sacerdote fiel”.

Para finalizar, el titular de la diócesis gaditana ha remarcado que “ponemos su vida en manos de la Virgen María, Consuelo y Refugio de los emigrantes, para que le conduzca al gozo del Señor al término de su travesía en esta vida, en la que se identificó tan vivamente con aquellos que en su búsqueda de una vida mejor sufren tantos riesgos y penalidades, con los más necesitados, reconociendo en sus rostros al Señor doliente. Descanse en la paz de Dios”.

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