La desorbitada factura de luz y gas que ha pagado un monasterio de Toledo, y que pone en riesgo su viabilidad

Las Comendadoras de Santiago se sostienen gracias a la venta de dulces y a su guardería, pero el encarecimiento de la vida solo produce déficits. En ECCLESIA conocemos su situación

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Los precios disparados de la luz y el gas han ocasionado importantes contratiempos en millones de familias, que apenas pueden afrontar las facturas. Pero esta subida también ha afectado a multitud de conventos y monasterios de nuestro país que ya venían presentado problemas para sostenerse económicamente por los efectos de la pandemia.

Es el caso del monasterio de las Comendadoras de Santiago en Toledo, ocupado por veinte hermanas. Sus dos medios para mantenerse (la venta de dulces y una guardería) no les llega para tener un superávit entre ingresos y gastos. La cifra que marca la factura es para echarse a temblar, tal y como explica para ECCLESIA la Madre Superiora, Sor Lucía.

“Estamos agobiadas con las facturtas de la luz y el gas. En enero, gastando menos gas que el año pasado, hemos pagado 3.500 euros y el año pasado 1.600. El doble. Y así hemos estado también en febrero, marzo y abril. Llevamos pagados 13.000 euros en lo que llevamos de 2022”, explica la Madre Superiora de las Comendadoras de Santiago de Toledo.

Una situación complicada para el templo que, según Sor Lucía, nunca había vivido en los más de sesenta años de estancia en el monasterio como contemplativa, ni siquiera durante la pandemia: “Yo recuerdo que entonces había más toledanos que compraban nuestros dulces. Un señor se hizo voluntario de Cáritas para hacer los repartos, lo anunciaba por las redes y repartía los encargos que nos llegaban. Ahora se sigue haciendo, pero la gente pide menos. Esperamos que ahora en la semana del Corpus Christi vengan más turistas y remontemos algo”, precisa esperanzada la religiosa.

Asimismo, gracias a una iniciativa de dos guías turísticos de la ciudad, por la que organizan por turnos una visita al monasterio para a aquellos que quieran comprar dulces y, a quien asistiera, les ofertaba la explicación del convento por un donativo para las monjas de cinco euros por persona.

Pero la gran fuente de ingresos de las Comendadoras de Santiago ha sido tradicionalmente la guardería para niños. Un negocio que se vio muy resentido en 2014, cuando los centros religiosos comenzaban a ofertar sus guarderías para los más pequeños: “Llegamos a tener más de ochenta niños, pero cuando esto empezó a bajar comenzamos con los dulces, y ahora estamos con las dos cosas como podemos”.

Actualmente, las hermanas del convento acogen a unos 25 niños en su guardería, aunque se trata de unos ingresos inestables, ya que a diferencia de lo que ocurría con anterioridad, son niños de padres inmigrantes en su mayoría: “Son pequeños que vienen y van, porque nos lo derivan entidades como Cruz Roja mientras sus padres tienen que hacer cursos para aprender español o un oficio, y nos dejan a sus hijos aquí. Pero Cruz Roja les puede pagar solo un mes de guardería y luego se van. No es una cosa segura, es inestable”, subraya Sor Lucía, quien espera como agua de mayo que bajen las facturas para poder seguir haciendo frente a tanto gasto.

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