Argüello defiende la legitimidad del Estado sustentada en "principios éticos" y no en "normas pragmáticas"

En plena vorágine de juicios y detenciones a miembros del PSOE y del Gobierno, el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, ha querido establecer una comparación entre las normas que rigen un Estado y las que rigen a una banda de bandidos. 

El arzobispo de Valladolid se ha referido a unas diferencias sustanciales sobre el nacimiento y el propósito de las normas bajo las que funciona un Estado y bajo las que funciona una "banda de bandidos". En su reflexión, Argüello asegura que, mientras el grupo de bandidos se organiza en torno a unas normas estrictamente pensadas para su propio interés y para favorecer su actividad delictiva de la manera más eficaz posible, siendo así, un conjunto de "leyes" pensadas y promovidas por el propio grupo, por sus líderes; en un Estado, las normas son universales, nacen de unos principios éticos que a su vez encuentran su fuente en los principios de la Creación, del cristianismo. 

Es por eso que un Estado se fundamenta, o debería hacerlo, en la justicia, busca unas normas que sean justas y, por lo tanto, iguales para todos, no en un pragmatismo que permita o no ciertas actividades que responden a un interés personal o distinto al bien común. En este sábado en el que estamos pendientes de la posible entrada en prisión de Leire Díaz, conocida como la fontanera del PSOE, por sus maniobras en las sombras, en las cloacas, para apuntalar y asegurar la impunidad de las corruptelas del gobierno, el mensaje de Argüello se puede entender como un mensaje de defensa y reivindicación de ese papel esencial de justicia y ética que deben tener siempre las normas de un Estado democrático.