De tratar de matar a su madre a causa de las drogas a ser un buen padre de familia: la historia de Alexis

El joven de 33 años fue preso de las drogas y las malas compañías durante su juventud. Logró salir adelante gracias a la paciencia de sus padres y a la Comunidad Cenáculo

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Alexis tenía todas las papeletas para fallecer antes de los veinte años. Las drogas estuvieron demasiado presentes desde su adolescencia. Hoy, con 33 años, es un padrazo y buen marido. Ángela puede dar fe de ello. Trabaja en el equipo de mantenimiento Escola Joan XXIII de Tarragona. En la 'Fundación Infinito + 1' ha relatado su historia.

Pero el camino a la estabilidad no fue nada sencillo, ya que Alexis pasó “de la muerte a la resurrección”. Siempre fue un chico desobediente. Con catorce años los padres tuvieron que cambiarle de colegio, ya que “los profesores no me aguantaban”. Pero en aquel cambio de centro llegó lo peor. Empezó a rodearse de malas compañías y a consumir drogas. Primero fueron los porros, que “me daban un falso bienestar”.

Luego, vinieron otras drogas más duras, al tiempo que su relación con la familia se fue deteriorando: “Mi padre no sabía cómo reaccionar. Incluso llegó a las manos conmigo”. Su padre tampoco aceptaba el camino que había adoptado su hijo en la vida. Una noche, Alexis salió hasta las seis de la mañana y, su padre, le encerró en una habitación de su vivienda, en un quinto piso.

“Me sacó por la ventana y me dijo que me tiraría si seguía así. Yo iré a la cárcel, pero la familia se quedaría tranquila sin mí”, llegó a decirle su padre aquella mañana. Aquello fue el detonante para que Alexis decidiera abandonar su hogar y a sus padres. Con 16 años vivía en la calle, entre robo y robo, tráfico de drogas y alimentarse de lo que pillaba en los cubos de basura.

Pero en esta vorágine de autodestrucción, manifestaba ser feliz: “Acabé adicto a la cocaína con 19 años. El orgullo me impedía pedir ayuda. Entré en bucle. Un día decidí probar la heroína. Cada vez más gente de mi entorno fallecía como consecuencia de la droga. Aquello me marcó tanto, que necesitaba consumir el doble de heroína”, explica entre lágrimas.

La familia volvió a acoger a Alexis a "pasar el mono"

Pese a todo, la familia nunca le dio de lado. Al contrario. Su madre le permitía acceder a la vivienda para ducharse y comer caliente. Alexis llegó a acumular 140 causas judiciales. Con veinte años ingresó en prisión, recibiendo tan solo la visita de sus padres. Aquel tiempo en el calabozo, fue un punto de inflexión para nuestro protagonista.

Fue cuando pidió ayuda a su familia, que volvió a acogerle en sus senos. De lo contrario, apunta “hubiera muerto como tantos otros conocidos”. Pero lo vivido en el hogar fue un verdadero infierno. Pasó el síndrome de abstinencia “a pelo”.

“Pasé veinte días en cama. Hacía mis necesidades encima. No podía comer, vomitaba todo el día, tenía pesadillas con una fiebre altísima… Incluso un día intenté ahogar a mi madre cogiéndola del cuello, pero no era consciente de nada de eso”.

La Comunidad Cenáculo salva la vida de Alexis

Pasados aquellos días tremendos, los padres de Alexis se pusieron en contacto con un centro de ayuda. Fue un sacerdote quien les dio a conocer la Comunidad Cenáculo.





Veinte días después mi madre llamó a un centro de ayuda, y contactaron con un sacerdote para conocer la Comunidad Cenáculo, en Francia, donde no se tratan las adicciones con fármacos, sino convencidos de que la cura llega a través de la oración, junto a la disciplina, trabajo y amistad.

Previamente, Alexis y sus padres asistieron al santuario de Lourdes junto a Juan, el responsable del centro de ayuda al que acudieron: “Cuando llegamos a Lourdes mi madre, que nunca tuvo fe, la vi llorando ante la Virgen mientras le rezaba”.

Tras aquella experiencia, era el momento de que Alexis ingresara en la Comunidad Cenáculo, en febrero de 2010: “Al principio, cuando les veía a todos rezar únicamente, pensaba que estaban más locos que yo”, confiesa.

A las seis de la mañana ya tenían que estar en pie, y les daban la opción de rezar en la capilla o de trabajar: “En un primer momento prefería trabajar, pero con el frío que hacía al final opté por la capilla, que se estaba calentito”.

Seis meses después, su madre acudió a visitarle y contarle una mala noticia. Estaba a punto de separarse de su marido. Alexis tuvo el impulso de abandonar la comunidad para estar con la familia, pero sus responsables no se lo recomendaron: “Me decían que lo mejor que podía hacer era levantarme a las dos de la mañana y rezar por ellos en la capilla”.

Así fue, y varios meses después, Alexis vio a sus padres juntos y bien: “No pensaba que fuera real. Fue como un milagro. Incluso les nació el deseo de casarse por la Iglesia”, recuerda.

La vida de Alexis en la actualidad

Pese a la mejora, la vida no dejaba de recordarle a Alexis su pasado. Por ello, cuando pasó unos días en Barcelona, fue detenido al estar en búsqueda y captura por sus actos delictivos en la etapa en la que delinquía: “Estuve tres meses en la cárcel. Aquello fue un mazazo. El Rosario me dio fuerzas para no dejarme llevar y no recaer. Juan venía a verme para transmitirme alegría y decirme que estaba conmigo. Mis padres también me daban paz”.

Una vez transcurridos los tres meses, Alexis continuó su vida en comunidad, pero esta vez en Barcelona, en Sant Celoni. Cuatro años después, Alexis estaba plenamente recuperado, y comenzó a hacer su vida. Encontró un empleo en Tarragona y hacer frente a los gastos propios para el común de los mortales: “Estaba agobiado tras seis años protegido por la comunidad. Pero luego conocía a Ángela, en un encuentro católico en Ávila”.

Hoy es un hombre de provecho que además destina parte de su tiempo en ayudar a las personas que atraviesan por la situación que vivió en su juventud.

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