Cuaresma: el papel fundamental de la oración en este tiempo de conversión y penitencia

La plegaria, el espacio de silencio ante Dios, es un elemento decisivo para reforzar por dentro la fe y la vida cristiana

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Durante este tiempo de Cuaresma la Iglesia nos propone algunos caminos necesarios para preparar nuestro corazón a la Pascua y son especialmente tres: el ayuno, la oración y la limosna.

La oración nos vuelve a Dios, el ayuno nos libera de una excesiva cautividad del mundo, la limosna nos vuelve más al prójimo.

No hay que olvidar que la Cuaresma nos hace acompañar cuarenta días a Jesús en el desierto, totalmente distanciado del mundo, y dedicado en absoluto a la oración y al ayuno. También podemos ver como Moisés, durante cuarenta días y cuarenta noches, se prepara en el Sinaí, en soledad, oración y ayuno, para recibir los diez mandamentos. Cuarenta años de travesía por el desierto dedica Israel para salir de Egipto y entrar en la Tierra prometida. De las tres acciones señaladas es la oración, sin duda, la que por gracia de Dios más fuerza tiene para convertirnos a Él.

La oración lo que hace es ponernos en el centro de nuestra vida a Dios. Encontrarnos con él, adorarlo, alabarlo y imitarlo. Cuando nos vean a nosotros actuar, vean al mismo Cristo. Esa oración es el camino al discipulado. Podemos acercarnos a los demás y a Dios con esa imitación perfecta de Jesucristo.

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Las parroquias aumentan sus iniciativas durante este tiempo de Cuaresma

La oración es, sin ninguna duda, la fuente de toda la vida espiritual cristiana. Durante este tiempo de Cuaresma las parroquias aumentan sus iniciativas que nos pueden ayudar a rezar: diversos ejercicios espirituales, adoraciones frente al Santísimo, charlas cuaresmales, retiros. Todo esto puede ayudar para fortalecer nuestra relación con Dios.

La oración puede ser mental o vocal, ninguna desmerece con tal que se haga, según decía Santa Teresa, con consideración. La meditación de las Sagradas Escrituras, la estancia en silencio ante el sagrario o en medio de la naturaleza, la recitación de salmos u otros textos, la invocación litánica como ejercicio para mantenerse en la presencia de Dios, los actos de amor interiores hacia quien sabemos que nos ama son expresiones orantes de los maestros espirituales y de los santos.

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Un momento para rezar, cada día

La oración, el espacio de silencio ante Dios, es un elemento decisivo para reforzar por dentro la fe y la vida cristiana. Habría que buscar, en esta Cuaresma, momentos para hacer presente ante el Señor nuestras ansias y esperanzas de cada día, nuestra petición de ayuda y de perdón, nuestro deseo de fidelidad al Evangelio. Dependerá de las posibilidades de tiempo y de tranquilidad de cada uno, pero en cualquier caso habría que esforzarse por encontrar esos espacios.

Otra forma muy útil de oración consiste en la lectura de los evangelios, o de los salmos. Eso también dependerá, claro está, de las posibilidades de cada uno. Pero, por ejemplo, uno podría proponerse leer durante esta Cuaresma el evangelio de Marcos: se trata de un texto fácil de leer y constituye un buen acercamiento a la persona de Jesús. Finalmente, otro buen propósito para este tiempo sería la participación en la Eucaristía diaria.

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