Clausura del Año Teresiano

Clausura del Año Teresiano
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Mons. Carlos Escribano El próximo jueves celebramos la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Este año tiene una connotación especial. Clausuramos este precioso año teresiano, que la Iglesia nos ha regalado, con motivo del V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, el 28 de Marzo de 1515.
Son muchos los actos que este año en nuestra diócesis se han desarrollado con tal motivo: lo inauguramos el pasado año el día de la fiesta de Santa Teresa. Se represento por parte de nuestros jóvenes la obra "para Vos nací"; hubo conciertos, recitales poéticos, encuentros de oración en el convento de las Madres Carmelitas; la Acción Católica nos propuso unos ejercicios espirituales en torno a la santa, se rezó un Vía Crucis teresiano por nuestras calles; nos visitó el bastón con el que la Santa Andariega anduvo por los caminos de España realizando diecisiete fundaciones y muchos de vosotros, también los jóvenes de la diócesis, habéis peregrinado a Ávila en este año jubilar. Muchas oportunidades para conocer mejor la vida apasionante de esta mujer "amiga fuerte de Dios" y su fructífera obra.
Para muchos de nosotros seguro que este año ha servido para descubrir o redescubrir la apasionante obra y figura de esta extraordinaria mujer de su tiempo? y del nuestro. Escribía santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) en su opúsculo "la Oración de la Iglesia": "Qué le dio a esta monja, que desde decenas de años vivía para la oración en un claustro, el deseo ardiente de realizar algo por la causa de la Iglesia, y la mirada aguda para ver las miserias y necesidades de su tiempo? Precisamente el hecho de que vivía en la oración, que se dejaba atraer por el Señor y siempre más profundamente al interior de su castillo interior?".
A pesar de vivir tras los muros de un convento de clausura, allí le llegaron tristes noticias que hablaban de enfrentamientos incluso entre los que profesaban su misma religión, de personas que morían sin conocer al Dios que ella amaba. Tocó, así, todo el dolor del mundo, todo el dolor de un tiempo, lo contempló mientras le parecía que no podía hacer nada. Sin embrago adentrada en el Misterio de Dios supo dar respuesta que iluminó a toda la Iglesia. Puesta frente a Dios, le conoció como Amigo y Maestro, como Libro Vivo en el que comprender su propia verdad y la verdad del mundo. En Cristo, su Amado, Dios se le revelaba preocupado por la historia, preocupado por los hombres y mujeres de todos los tiempos, preocupado por ella. Teresa supo que, dando su vida por todos, Jesús le había marcado un rumbo y le pedía que siguiera sus huellas y que, andando junto a Él, también ella podría contribuir a cambiar la historia, a transformar la ciudad terrena en ciudad de Dios, a dibujar sobre este mundo el Reino. Y se puso en camino.
Fundó pequeñas comunidades de mujeres empeñadas en demostrar al mundo que el amor puede cambiar el rumbo de la historia. En ellas, sus hijas vivían (y viven aún ahora) amándose unas a las otras, capaces de renunciar a todo en favor de los otros, sin imponerse, sin vencer la tentación de la avaricia y la preocupación exagerada por nosotros mismos que acaba por hacernos desentendernos de los otros, sabiendo que cada hombre y cada mujer son un compañero de camino cuya vida es una palabra que he de respetar y escuchar.
En Teruel tenemos la dicha de contar con una de esas comunidades donde toda la diócesis nos sentimos enriquecidos por este carisma acogido generosamente por la Santa de Ávila. Nuestro Carmelo turolense debe ser, en palabras de San Juan Pablo II, ""rinconcito de Dios", "morada" de su gloria y "paraíso de su deleite". Ha de ser un oasis de vida contemplativa, "un palomarcito de la Virgen Nuestra Señora". Donde se viva en plenitud el misterio de la Iglesia que es Esposa de Cristo; con ese tono de austeridad y de alegría característico de la herencia teresiana. Y donde el servicio apostólico en favor del Cuerpo místico, según los deseos y consignas de la Madre Fundadora, pueda siempre expresarse en una experiencia de inmolación y de unidad: "Todas juntas se ofrecen en sacrificio por Dios". En fidelidad a las exigencias de la vida contemplativa que he recordado recientemente en mi Carta a las carmelitas descalzas, serán siempre el honor de la Esposa de Cristo; en la Iglesia universal y en las Iglesias particulares donde están presentes como santuarios de oración". (Homilía S Juan Pablo II, 15 Octubre 1982).
Estoy seguro que la celebración de este Vº Centenario de Santa Teresa ha sido para muchos un tiempo de renovación y reactivación espiritual que nos ha fortalecido para afrontar mejor nuestra tarea evangelizadora. Que Santa Teresa de Jesús nos siga protegiendo e iluminando y que sus ricas y audaces enseñanzas y ejemplo de vida nos muevan a amar más a Cristo y a servirle mejor.
Obispo de Teruel y de Albarracín