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La figura de Padre Pío de Pietrelcina, el santo que tenía los estigmas de Jesucristo

El periodista y sacerdote Josetxo Vera reflexiona en 'Siempre aprendiendo' sobre la figura de Padre Pío, canonizado por San Juan Pablo II en el año 2002

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Josetxo Vera
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Tiempo de lectura: 4'Actualizado 16:44

Seguramente sabes que la Iglesia celebra cada día algún santo en su calendario. La semana pasada fue la fiesta de Padre Pío de Pietrelcina y he pensado contar hoy la vida de este santo. El Padre Pío es un santo del siglo XX y seguro que muchos que escucháis este podcast estabais vivos cuando él vivió y tuvo una vida tan admirable que vale la pena conocerla. No sé si una vida para imitarla, pero sí admirar y agradecer.

Nos situamos en Italia, a finales del siglo XIX, el niño, Francesco, nace en Pietralcina, en la provincia de Benevento, un 25 de mayo de 1887. Era desde niño un poco peculiar, su juego preferido era rezar y los que vivían con él quedaban pasmados de cómo rezaba siendo niño. Para él eso era lo normal, se encontraba con Jesús y tenía conversaciones con Él y creía que todo el mundo tenía esas conversaciones. Su familia era muy pobre y su padre tuvo que emigrar a América para sacar adelante la familia. A los 12 años recibió la Primera Comunión y la Confirmación. Cuando todavía tenía 15 años decidió hacerse franciscano en Morcone. Recibe allí el nombre de Fray Pío en 1903.

Los estigmas de Jesucristo

Profesa como capuchino, acaba el noviciado, emite los votos simples, hace la profesión solemne en 1907 y un poco más tarde, el 10 de agosto de 1907, es ordenado sacerdote. Tenía una salud bastante débil y decidieron enviarlo a casa con su familia donde permaneció hasta 1916. En ese año lo mandan a un convento en San Giovanni Rotondo y allí estará toda su vida. Su salud quedó más agravada en un momento importante de su vida cuando recibe los estigmas, las llagas de la Pasión de Jesucristo. Las tuvo desde 1918 hasta 1968: un par de días antes de su muerte los estigmas desaparecieron.

Que tenga una persona unos estigmas significa que allí hay un don de Dios muy peculiar. Eso no quiere decir que a su alrededor fuera creído o entendido. Al contrario, a estos fenómenos místicos fue respondido por su comunidad con sospecha. Hubo gente que afirmaba que todo eso era un engaño. Iban muchas personas a hablar con él, pero en su casa pensaban que aquello no estaba bien traído. Durante 10 años de su vida le prohibieron celebrar la Santa Misa en público y fue víctima de numerosas calumniosas.

Ya más adelante Padre Pío empieza un ministerio de servicio a la gente por medio de la confesión y de la celebración de la Eucaristía espectacular. Miles de personas se dirigen a San Giovanni Rotondo para confesarse y recibir su ayuda espiritual. En 1947 se empiezan a fundar los grupos de oración del Padre Pío.

Otra de las grandes obras de su vida es un hospital para gente que sufre en San Giovanni Rotondo. Hace unos años tuve la oportunidad de visitar ese lugar y es espectacular. Por un lado se encuentra el lugar de oración creado al lado del convento donde él vivió y ya es el segundo lugar de peregrinación del mundo después de la Basílica de Guadalupe. En ese lugar hay también un hospital muy grande que él empezó en el mayo del 1956.

La vida del Padre Pío, entregada al ministerio de la Eucaristía

La gente aprovechaba para hacerle fotos durante la Celebración de la Eucaristía porque se transformaba, de algún modo, en esos momentos, esa persona era Jesucristo portando la Cruz. En el año 1999 Juan Pablo II lo beatifica y en 2002 lo canoniza.

Lo que es llamativo del Padre Pío es su vida. Sin salir casi del mismo sitio, él vive absolutamente entregado al ministerio de la Eucaristía, una vida de Cruz unida a la Pasión de Cristo con los estigmas y una vida con el objetivo de aliviar el sufrimiento de las personas. Durante su vida portó los estigmas y las filas de los penitentes se contaban por ciento. Se encontraba allí gente de todo tipo, pobres, ricos, creyentes y no creyentes. De alguna forma él leía el corazón de la persona que se confesaba. Era como sentarse a confesar con Dios.

Su vida era muy simple, vivía en su celda monacal, se levantaba muy pronto para preparar la Misa y a la noche trabajaba en su celda. Comía muy poco y sin embargo, debido a los estigmas que tenía, sangraba mucho durante el día.

Recibió los estigmas mientras estaba en oración: se oyó un grito muy fuerte y los frailes lo encontraron en el suelo con algunas marcas, como si unas flechas hubieran atravesado sus manos, su costado y sus pies. Estas llagas han sido muy documentadas, fotografiadas, estudiadas por los médicos y vivió con ellas durante 50 años.

El don de la bilocación

Otro fenómeno en su vida es el don de la bilocación. Hay centenares de testimonios de apariciones del Padre Pío fuera de su convento cuando lo que está acreditado es que nunca salió de su convento. Uno de los casos que está mejor documentado es uno que sucedió durante la II Guerra Mundial: los aliados deciden bombardear el monte en la zona donde se encuentra San Giovanni Rotondo y, cuando están a punto de bombardear, en el avión se le aparece al pilota el Padre Pío. Suelta las bombas fuera de la zona y vuelve a la base. Nadie le cree y acaba yendo al santuario de San Giovanni Rotondo, ve a Padre Pío y lo reconoce.

Había hasta servicio de orden para mantener la cola de las personas que se iban a confesar junto a él. Esa era su primera vocación: el deseo de dar paz a las almas. En la Misa el Padre Pío hacía presente realmente a Jesucristo de una forma mística y espiritual.

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