El poder no determina el curso de la historia
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En el umbral de la Navidad, el Patriarca de Jerusalén, cardenal Pizzaballa, ha visitado la única parroquia de la Franja de Gaza. Entre las muchas imágenes conmovedoras de esta visita, me ha impresionada una en la que el Patriarca bautiza a Mario, un bebé de pocos meses.
"Cada vez que vengo aquí, incluso durante la guerra, hay un bautismo que celebrar, dijo el cardenal, no hay Navidad sin bautismo, es la mejor manera de decir que creemos en la vida y en Jesús". Tras recibir la bienvenida emocionada de la comunidad, el Patriarca rindió homenaje a la fe firme de los católicos gazatíes en este terrible período, describiéndolos como un poderoso testimonio de resiliencia y esperanza.
"Reconstruiremos nuestras escuelas, nuestras casas y nuestra vida”, dijo el cardenal, subrayando que lo esencial es sanar los corazones, porque solo el amor puede construir. Al recordar las profundas raíces de esta comunidad que hemos ido conociendo a lo largo de los meses, Pizzaballa aseguró: "estamos arraigados aquí y permaneceremos aquí, queremos ser un punto de referencia estable y sólido en este mar de destrucción".
El cardenal ha pasado dos días en Gaza, escuchando a las familias, a los niños y a los ancianos. También visitó la iglesia ortodoxa de San Porfirio, reuniéndose con el párroco como símbolo de la unidad de los cristianos. Durante la Misa de Navidad subrayó que, pese a las apariencias, el poder no determina el curso de la historia.
"En tiempos de Jesús, la gente creía que el emperador Tiberio controlaba el destino del mundo, sin embargo, fue el niño nacido en un pesebre quien cambió la historia". Al concluir la visita, la parroquia ofreció al Patriarca una pintura del Cristo Sufriente para ser enviada al Papa León XIV, como muestra de gratitud por su cercanía paternal y sus incansables esfuerzos por la paz. El cardenal les dijo que la Iglesia entera estaba con ellos: “no estáis solos, juntos lo reconstruiremos todo



