Viento del este, viento del oeste

San Valentín de Berriotxoa, dominico nacido en Elorrio en 1827, es considerado uno de los padres de la pujante Iglesia de Vietnam. Durante una de las persecuciones más sangrientas contra los católicos, en 1858, Valentín fue consagrado obispo de un vasto territorio, hoy dividido en tres diócesis: Phat Diem, Bui Chu y Hai Phong, en la zona norte del país. El año pasado, el arzobispo de Hanoi, Mons. Joseph Vũ Văn Thiên, visitó la diócesis de Bilbao y pidió poder disponer en su país de una parte de las reliquias del santo que actualmente se encuentran en la Basílica de la Purísima Concepción de Elorrio. En respuesta a esa petición, Monseñor Joseba Segura va a viajar a Vietnam del 20 al 24 de agosto para entregar esas reliquias que serán veneradas en el futuro Santuario Nacional de los Santos Mártires Vietnamitas, actualmente en construcción. La diócesis de Bilbao ha enviado ya a ese país dos réplicas de un lienzo de los mártires de Vietnam, entre los que se encuentra San Valentín, cuyo original está colgado en una pared de la iglesia de las monjas dominicas de Elorrio.

Este viaje será mucho más que un recuerdo nostálgico de una figura que une para siempre a dos lugares tan distantes y distintos como España y Vietnam. Será un gesto de auténtica comunión, de participación en los bienes de la fe, la esperanza y la caridad que no han dejado de derramarse a lo largo de los dos últimos siglos en tierras y culturas tan diversas. Valentín dejó su hogar en Vizcaya para entregarse por completo a gentes de las que desconocía casi todo, todo menos la sed del corazón que desea a Cristo. Y no se reservó nada para sí. Como tantos otros mártires, muchos dominicos como él, dejó sembrada una semilla potente cuyo fruto ha desafiado guerras y persecuciones. Ojalá nos llegue ahora, desde el Sudeste asiático, un viento de fe joven y alegre, como el que un día nosotros les enviamos.