Como en tiempos de Pedro y de Pablo
Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 30 de junio

Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 30 de junio
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Ayer, en su primera fiesta de San Pedro y San Pablo, el Papa León XIV recordó los caminos diferentes que ambos apóstoles recorrieron, su distinto bagaje cultural y sus diversos temperamentos. Ambos tuvieron ideas diferentes, entre ellos no faltaron los conflictos y llegaron a discutir con franqueza evangélica. La comunión en la única confesión de la fe (que ambos rubricaron con su sangre en Roma) no fue para ellos una conquista pacífica. La historia de Pedro y Pablo nos enseña que la comunión en la Iglesia no anula la libertad de cada uno, sino que es “una fecunda sintonía en la diversidad”, algo que sólo es posible por la acción del Espíritu Santo que ambos acogieron libremente en sus vidas. Y así pudieron vivir lo que el Papa llamó, bellamente, la concordia apostolorum.
En el Evangelio que ayer se proclamaba resuena la pregunta que Jesús hizo a sus discípulos: “y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Es un hecho que Pedro y Pablo, en circunstancias distintas y por caminos bien diversos, coincidieron en la respuesta a esa pregunta decisiva: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, el Salvador del mundo”. Como dijo ayer el Papa, cada día, en cada momento de la historia, se nos plantea esta pregunta que saca a la luz si nuestra fe está viva. Cuando la respuesta a esa pregunta es coincidente, no existe diferencia entre los cristianos que no pueda transformarse en armonía, como sucedió en la vida de Pedro y de Pablo. La cansina dialéctica entre conservadores y progresistas se deshace como un azucarillo si vamos hasta el fondo, hasta la cuestión que Jesús nos sigue planteando cada día: “¿quién soy yo para ti?”.
El Papa León está señalando con firme insistencia la prioridad de la unidad de la Iglesia, que no es fruto de un consenso sino de la común profesión de la fe. Hoy no es distinto que en el tiempo de los apóstoles.