Pedro Moreno, impulsor de la Asociación Amigos de Villamorón, en Mediodía COPE

Madrid - Publicado el - Actualizado
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Ochocientos años, ocho siglos -al igual que la Catedral de Notre Dame de París-, son los que tiene la iglesia de Santiago Apóstol de Villamorón, un pueblecito de Burgos que está deshabitado desde los años 70 del siglo XX.
La iglesia de Santiago no es un templo cualquiera. Se la conoce como la catedral del Páramo y esconde un pasado ligado a la catedral de Burgos.
Como en tantos otros pueblos de la España vaciada, las puertas de las casas de Villamorón solo se abren en verano. Así que, durante mucho tiempo, nadie, salvo el párroco, se hizo cargo del templo cada vez más deteriorado, hasta que se creó la Asociación Amigos de Villamorón.
Poco a poco, han ido devolviéndole a la iglesia su grandeza, pero aún tienen un gran reto por delante: restaurar el retablo mayor, que está desmontado y metido en bolsas de plástico.
Como lo estás leyendo: el retablo está guardado en bolsas de plástico como si se tratase de la ropa que guardas en el trastero y que no te vuelves a poner.
Lo que se llevó el ladrón de arte sacro, Erik el Belga
Su restauración de este retablo barroco, a parte de costosa, unos 51.000 euros, (de momento han conseguido 30.000), tiene una historia muy curiosa detrás que lo relaciona con el famoso ladrón de arte sacro, René Alphonse van den Berghe, más conocido como Erik el Belga, quien en Castilla y León encontró el paraíso perfecto para perpetrar sus expolios, sobre todo entre los pequeños pueblos que contaban con un rico y valioso patrimonio artístico como es el caso de Villamorón.
"Cuando la última familia que resistía en Villamorón se decidió a emigrar, el tristemente famoso Erik el Belga estaba haciendo de las suyas por ermita, iglesias y hasta por catedrales de toda España. Por tal motivo, el arzobispado de Burgos decidió llevarse todo lo que había de valor en la iglesia de Villamorón y de otros pueblecitos sin población al Museo del Retablo de Burgos que está precisamente dedicado a los elementos de valor de todas esas iglesias de pueblos que quedaron sin población".
Quien sabe todas estas referencias y así se las cuenta a Pilar García Muñiz en Mediodía COPE es Pedro Moreno, uno de los impulsores de la Asociación Amigos de Villamorón que junto a la asociación Hispania Nostra -que se dedica a la defensa, salvaguarda y puesta en valor del patrimonio cultural por medio del mecenazgo-, están luchando "para dar una nueva vida al precioso retablo de Santiago Apostol".
"Hace casi 9 años se tuvo que desmontar por el estado en el que estaba y el peligro que representaba. Hubo que desmontarlo, desinfectarlo y envolverlo en bolsas de plástico para que aguantara el paso del tiempo y para que desde la Asociación de Amigos de Villamorón pudiéramos restaurarlo", explica Pedro que con la asociación han conseguido este año restaurar la parte de abajo del Coro de la Iglesia.
Pedro lleva 20 años trabajando para conservar esta Iglesia de Santiago Apóstol, ahora ya son 70 voluntarios los que se han sumado a la causa.
Villamorón podrá no tener vecinos, pero su historia sigue muy viva gracias a gente como Pedro que trabaja para conservar el patrimonio de este pequeño pueblo de Burgos y conseguir que la Catedral del Páramo vuelva a ser un lugar de culto.
Una iglesia referente en los inicios del gótico en Burgos
Como podemos leer en Ecclesia, la iglesia de Santiago Apostol es de estilo tardorrománico o protogótico tres son las características principales que la definen: ha llegado con muy pocas alteraciones hasta nuestros días, siendo considerada la primera que introduce el estilo gótico en Burgos; junto con otras de la comarca fue el prototipo en el que se inspiraron las llamadas iglesias fernandinas andaluzas de Córdoba y Sevilla; y muy probablemente los planos de su construcción vinieron de Francia como lo demuestra el hecho de que sus medidas estén no en pies castellanos, sino en el conocido pie de París.
En cuanto a detalles de su construcción, resalta su sobrio aspecto exterior, edificada con buenos muros de sillería, consta de tres naves, una cabecera cuadrada sobre la que se alza una compacta torre de aspecto defensivo. La fachada meridional, con una llamativa gárgola, está protegida por un amplio y casi amurallado atrio.
Su interior, encalado, está iluminado principalmente por un gran rosetón, abierto a occidente, bajo el cual se sitúa el coro de madera, muy necesitado de una restauración.



