"Con dos millones de dólares puedes comprarte la única casa embrujada legalmente de EEUU"

Mi vida es un parque de atracciones y yo llevo puesta la pulsera de todo incluido. Es una metáfora, niño. Para decir que me lo paso bien.

Vengo disfrazado de doctor Strange, hechicero supremo del universo Marvel, maestro de las artes místicas y guardián del ojo de Agamoto.

Siempre hay que vestir de acuerdo a la ocasión y hoy no podría lucir una atuendo más apropiado porque, como no podría ser de otra manera, traigo un tema terrorífico.

Hoy voy a hablarte de una Casa Embrujada. Una casa declarada legalmente embrujada por un tribunal.

Para conocerla hay que viajar a una de mis ciudades favoritas... lugar de trabajo de los Cazafantasmas: Nueva York.

Estamos hablando de la Mansión Nyack, construida durante la segunda mitad del S XIX. Tiene 429 m2, 5 habitaciones, vistas al río y ¡está a la venta!

El precio no es una ganga, no: cuesta 1,9 millones de $.

Y, como digo, fue declarada embrujada por un tribunal.

Vamos a explicarlo todo, para los más escépticos.

En los años 60, la por entonces propietaria decía que no estaba sola en la mansión.

No una sino muchas. La mujer decía que en la Mansión vivían con ella espíritus de la guerra de Secesión.

Muy épico, la verdad. Y poco común.

Los fantasmas habitan casas en las que han vivido antes pero la mansión fue construida cuarenta años después de que acabara la guerra así que usted no tenía fantasmas...

Tenía okupas. Se quejaba de que los fantasmas le agitaban las camas.

¿A un fantasma se le hace contrato? ¿Para él, el trabajo es una condena?

Parece que con el tiempo, la relación entre la señora y los espectros fue mejorando.

En los años 80 concedió una entrevista al New York Times donde decía que una vez estaba pintando el techo del salón cuando sintió que uno de los espíritus la estaba observando.

He pensado: tu fantasma era un cuñao.

Tú te deslomas a pintar y el fantasma opinando: ¿lo vas a dejar así? Yo le daba otra mano.

Pues no. La mujer dijo en la misma entrevista que cuando se sintió observada preguntó al fantasma si le gustaba el color que había elegido para el salón.

El espectro sonrió y asintió. O sea, que era decorador de interior.

A finales de los 80 vendió la casa pero no informó al comprador de la presencia de fantasmas. Le engañó.

Este la denunció a los tribunales alegando que las historias reales o no de fantasmas que había contado la durante 3 décadas habían afectado muy negativamente al precio de la vivienda.

Los fantasmas le pincharon la burbuja inmobiliaria.

El tribunal le dio la razón y condenó a la mujer a indemnizarle por haberle ocultado las historias espectrales. Desde entonces, nadie ha vuelto a hablar de fantasmas.