INEMURI: La palabra mágica que va a cambiar la vida en España, incluida la política

Este lunes voy a comenzar fuerte porque os prometo nada más y nada menos que la felicidad.

La felicidad, la solución a los problemas políticos en España... Todo está a nuestro alcance con una sola palabra: INEMURI

Tiene la sonoridad de las cosas bellas. Inemuri es una palabra japonesa. Los japoneses que viven en España, lejos de su país, no lo han olvidado. Inemuri es una costumbre que parece que también ha arraigado en algunos españoles. Incluso hay quien lo practica en familia.

Seguro que, a estas alturas, todos queréis saber qué es. Para encontrar su origen debemos ir a Japón. INEMURI traducido al español significa “presente mientras duerme”.

En Japón no está mal visto dormirte en el trabajo. No digo tumbarte en la cama y dormir la siesta pero los jefes ven con buenos ojos que su trabajador de una cabezada mientras está en su puesto de trabajo.

Esto no se aplica para camioneros. ¿Por qué lo ven bien? Porque se supone que el empleado ha trabajado tanto que está agotado.

Y los japoneses dicen que está Inemuri: presente mientras duerme. Listo para entrar en acción.

¿Soy yo el único al que le parece que esto es echarle un morro tremendo a la vida?

Esto lo que ha estado haciendo tu abuelo toda la vida cuando se sienta en el sofá. Si es que eres un ignorante: tu abuelo no estaba dormido. Estaba haciendo INEMURI.

El concepto de Inemuri es una maravilla; puede hacer mucho mejor la vida de todos los españoles de bien. De hecho, hoy 28 de octubre de 2019, aquí en La Tarde de COPE, quiero comenzar un movimiento para la implantación del Inemuri a nivel nacional.

Ya son muchos los que practican el Inemuri en nuestro país.

Hablemos ahora de algo menos bonito... Las cucarachas. 

En algunos casos las cucarachas son auténticos monstruos imposibles de eliminar. Los métodos tradicionales ya no sirven, así que hay que recurrir a métodos no tan tradicionales.

Es el caso de un señor de Brasil que ha saltado a la fama este fin de semana.

Echa una cerilla y... El jardín vuela más de tres metros y vuelve a caer. El perro, en su caseta, intacto.

Y el hombre, hundido, admite que no puede acabar con los insectos.