
La foto de Fernando de Haro: "Un beso entre barrotes"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Foto de una chica entre barrotes. Es una chica que comparece ante el juez enrejada. Un policía, de espaldas a la cámara, con una cazadora azul y letras en cirílico, la vigila. Y la chica le lanza un beso. La joven está pálida, a la sombra no de la da el sol y lleva mucho tiempo a la sombra. El pelo castaño y lacio le cae sobre una chaqueta de colores llamativos. Un rojo de ascua, un verde de piscina y un amarillo de limón parecen fuera de sitio en una escena tan sombría. La luz de los colores en la chaqueta de la chica disuelve los barrotes que se convierten en mero pretexto. La chica -ya lo he dicho-le manda un beso al policía. Un beso muy gesticulado, con los labios apretados, con la barbilla haciendo fuerza, con los ojos casi cerrados para dar una mayor sensación de intimidad. La chica lanza el beso hacia la palma de su mano que está abierta y luego sopla para que le llegue por el aire. No es un beso inocente, es un beso irónico, ácido, un beso que la mujer utiliza para denunciar la opresión y la injusticia, que hace uso de toda la belleza femenina para ridiculizar al policía que permanece rígido, tan prisionero fuera de los barrotes como lo está ella a punto de ser juzgada. Es un beso en cierto modo cruel. Como para decirle al policía que no puede estar tranquilo, que es un cretino, que no tiene libertad, que obedece a un jefe estúpido y a un sátrapa que tiene secuestrado al pueblo. Como para decirle al policía que su sueldo, su pequeño apartamento, su dócil tranquilidad son ridículas. Es un beso en cierto modo cruel. Pero es un beso. El beso de una mujer a un hombre. El beso de una persona a otra persona.