

"Resulta incoherente ver a los socios de Sánchez en Moncloa dándose codazos para atribuirse el éxito de haber obligado a Sánchez a anular ese contrato mientras se mantienen en vigor todos los demás"
La directora de 'La Tarde' analiza la rescisión de contrato de España con Israel de armas y munición, que afectará a nuestras fuerzas armadas
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Comienzan a llegar a Roma durante esta tarde los líderes de más de 170 países que van a estar presentes en el funeral del papa Francisco mañana sábado en la esplanada de San Pedro.
Hoy viaja por cierto ya la delegación española con don Felipe a la cabeza pero como sabes sin el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que ha elegido no ir, no viajar, no estar presente en ese funeral.
Pero bueno, más allá de su ausencia en el funeral del Papa, el Gobierno de Sánchez está viviendo uno de esos episodios ya habituales de contradicción y de juegos malabares al mismo tiempo. Pensaban en Moncloa que iban a solucionar un problema interno con sus socios de Sumar al anular ayer la compra de 15 millones de balas a una empresa de Israel.
Pero nada más lejos porque el lío hoy es todavía mayor si cabe. Resulta que desde el inicio de la guerra de Gaza España ha adjudicado más de mil millones a la industria militar de Israel. Ojo contratos para comprar misiles, morteros, placas balísticas y lanzacohetes. ¿Y qué hacemos ahora con esos contratos? Los anulamos también, empaquetamos la munición de vuelta.
Desde luego no parece que el gobierno vaya a dar marcha atrás en esos 46 contratos firmados con Israel en el último año y medio. Y atención porque todavía hay 10 contratos más por adjudicar. No perdamos de vista que Sánchez presentó este mismo martes un plan para invertir 10.500 millones en defensa y decir material de defensa es lo mismo que decir Israel porque son potencia mundial en esto del armamento.
De manera que resulta ridículo fijarnos en una compra por mucho que fuese de casi 7 millones de euros y de 15 millones de balas, pero olvidar todo lo demás que le hemos seguido comprando al país de Netanyahu. Y sobre todo, resulta incoherente ver a los socios de Sánchez en Moncloa, Sumar y a Izquierda Unida, dándose codazos hoy para atribuirse el éxito de haber obligado a Sánchez a anular ese contrato mientras se mantienen en vigor todos los demás.
A esto Alfred Hitchcock le llamaba un MacGuffin, una excusa en sus películas que servía para dar argumentos y motivaciones a sus personajes pero que en realidad no tenía ninguna relevancia. Y eso es lo que pasa con el contrato en cuestión, que todos hablan de él pero no es ni de lejos el fondo de esta cuestión.
Ahora lo que sí es real es la consecuencia de haberlo anulado así por las bravas y en el mismo día de su publicación en el BOE. Para empezar podríamos perder los más de seis millones y medio de euros que ha costado la munición comprada a Israel y después anulada.
El PP, de hecho ha anunciado ya recursos ante el Tribunal de Cuentas porque estamos hablando de dinero público, del dinero de todos utilizado a merced de los líos políticos. Además, es de suponer que la empresa afectada pida una indemnización por daños y perjuicios porque anular un contrato por el simple hecho de la nacionalidad de una empresa no parece precisamente ajustado a derecho.
Y en tercer lugar si hablamos de consecuencias hay que ver qué pasa también con Marlaska en todo esto con el ministro del interior que fue quien firmó y defendió ese contrato, que defendió que no se podía anular y que se vio desautorizado y no es la primera vez por el presidente del gobierno.
En Moncloa hoy ya hay ministros que han empezado a salir en público a defender a Marlaska y eso curiosamente podría ser síntoma de su debilidad. Y fíjate que todo esto, la polémica, las consecuencias legales, el dinero mal gastado y el ministro señalado, ha llegado por una única razón, por el enésimo movimiento de Sánchez para conseguir un poco más de aire y seguir gobernando. Y eso sí que es matar moscas a cañonazos.