"¿Sabemos realmente qué hacemos cuando compartimos, señalamos o participamos de linchamientos digitales? Porque el vídeo dura segundos, pero las consecuencias no desaparecen"

Hace 5 meses, en julio pasado, un vídeo grabado en Estados Unidos durante un concierto de Coldplay dio la vuelta al mundo. Fue un vídeo que se hizo viral donde se veía como la Kiss Cam, la cámara con la que se enfoca al público en conciertos y eventos deportivos, se fijaba en una pareja que estaba abrazada. Al darse cuenta de que estaban saliendo por la pantalla del recinto, de pronto se separan de golpe. Ella reacciona tapándose la cara y él agachándose para desaparecer.

Fue un gesto instintivo que recorrió el mundo entero porque evidenciaba que les habían pillado en una situación complicada. Un asistente grabó el momento, lo subió a TikTok y en cuestión de días superó los 100 millones de visitas.

Ahora, la mujer del vídeo, llamada Christin, ha decidido hablar tras 5 meses de silencio en una entrevista para el diario New York Times. 

 Lo primero de todo explica por qué se les ve reaccionar así en el vídeo. Ella era directora de recursos humanos en una empresa y el hombre que la abraza es uno de los directores generales, es decir, uno de sus jefes. No eran pareja, ni siquiera cuentas habían besado nunca. Solamente se dejaron llevar por la emoción en ese momento y la cámara les pilló. La reacción de ambos fue tan llamativa porque sabían que el exmarido de  Christin también estaba presente en ese concierto y además en su empresa. Nadie se habría esperado verles así.

Desde ese momento, la vida de  Christin  se convirtió en una tortura. Paparazzis en la puerta de su casa, insultos por redes sociales, amenazas incluso de muerte. 500 llamadas al día durante semanas y semanas, coches pasando por su casa como si fuera un espectáculo y algo especialmente duro para ella: sus hijos adolescentes se negaban a salir con ella a la calle por miedo a lo que les pudieran decir. Las redes hicieron que dejase de ser una persona para convertirse en un personaje, un meme, un chiste. Se analizó su vida privada, su aspecto físico, su pasado. Ella se había obligada a dejar su trabajo y a encerrarse en su casa.

Ahora conocemos el contexto porque es la propia protagonista quien lo ha explicado. Una mujer normal a la que el peso de millones de usuarios de redes sociales de todo el mundo se le vino encima porque la viralización no entiende de contexto, ni de proporción ni de consecuencias. Una escena privada se transforma en un juicio público global sin defensa posible. Porque cuando el algoritmo decide, tu explicación ya no sirve de mucho. Así han sido estos meses en la vida de Cristin, la protagonista del famoso vídeo viral en el concierto de Colplay. Lo que nos lleva una pregunta, ¿sabemos realmente qué hacemos cuando compartimos, señalamos o participamos de linchamientos digitales? Porque el vídeo dura segundos, la viralidad unos días, pero las consecuencias esas no desaparecen cuando dejamos de deslizar el dedo por la pantalla.