"El Papa recibe el homenaje silencioso de una ciudad que aprendió a quererlo y de un mundo que lo reconoció como sembrador de paz"

La directora de 'La Tarde' analiza, desde la plaza de San Pedro del Vaticano, la figura que supuso Francisco como líder espiritual y, sobre todo, como figura mundial

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Estamos en un día histórico y cargado de emoción en Roma. Desde aquí estamos haciendo un día más la tarde de COPE en directo desde una plaza de San Pedro con miles de personas que se han acercado a dar su último adiós al papa Francisco.

A las once de la mañana la Basílica de San Pedro ha abierto sus puertas para acoger su capilla ardiente en un ambiente de respeto, recogimiento y agradecimiento también. Los fieles van caminando de forma ordenada, suben por la escalinata, cruzan la Puerta Santa que el mismo Francisco abrió con motivo del jubileo de la Esperanza.

Y una vez dentro de la Basílica siguen caminando hasta situarse a unos metros de él. Francisco fue un papa cercano, comprometido con los más vulnerables y eso se nota en la diversidad de personas que están pasando precisamente por aquí, por esta capilla ardiente.

Hay religiosos pero también hay muchos jóvenes, mayores, familias enteras que han venido a despedirse del papa. Muchas de ellas llegadas de diferentes puntos del mundo. La fila que avanza por la vía de la conciliación es una especie, podemos decir, de Torre de Babel donde se escuchan prácticamente todas las lenguas del planeta. Muchos además con banderas de sus países para que se vean de dónde son.

Hemos visto a lo largo del día muchas banderas. Hemos visto por supuesto banderas de España pero también de otros países como México, Líbano, Venezuela y por supuesto muchas, muchas banderas también de Argentina, el país natal del papa Francisco. Y lo que veo también ahora mismo por aquí a mi alrededor son jóvenes, muchos jóvenes, adolescentes también.

Y es que muchos tenían el viaje programado para este fin de semana porque celebraban el jubileo de los adolescentes y la canonización de Carlo Acutis, el adolescente italiano que murió de leucemia y que se ha convertido en todo un símbolo. Todo esto se ha pospuesto porque es necesario para esa canonización que haya un papa.

Y ahora mismo ya sabes que estamos en tiempo de sede vacante. Pero qué casualidad que el funeral de un papa tan cercano a los jóvenes vaya a estar precisamente repleto de ellos, de jóvenes.

Estas palabras del papa Francisco dieron la vuelta al mundo. Fue en la JMJ de Río de Janeiro en el año 2013. Llegaron solo unos meses después de su elección y nos dejaron claro que era un enorme comunicador porque revolucionó a los más de 3 millones de jóvenes que estaban en Copacabana. Esos jóvenes que ahora mismo muchos de ellos se despiden de él y que forman parte del grupo de personas que están ahora mismo reunidas aquí en San Pedro en esta despedida.

El cuerpo del papa descansa, como te digo, en el interior de la basílica, dentro de un féretro de madera, un féretro sencillo, sin catafalco, tan solo elevado unos pocos centímetros del suelo. El féretro está revestido de tercio pelo rojo en su interior y ahí está el cuerpo de Francisco, cubierto con una casulla roja, lleva la mitra blanca y un rosario en sus manos, el mismo rosario que él rezaba siempre.

Para llegar aquí a San Pedro es necesario pasar por los controles que hay en las calles aledañas. Las autoridades han organizado un operativo especial para garantizar que el acceso sea ordenado y seguro. Italia ha activado el nivel 1 de seguridad, el más alto previsto, similar al que, por ejemplo, se utiliza en eventos como el G7.

Más de 200 cámaras están activas las 24 horas del día. En los tejados de la vía de la conciliación, que está aquí mismo, hay tiradores de élite y también hay una zona de exclusión aérea que se ha ampliado. Más de 2.000 agentes patrullan las calles. También hay esta protección civil, los bomberos, hay drones militares, perros que detectan explosivos.

El control se extiende a aeropuertos, estaciones de tren y peajes de autopistas. Roma es una ciudad blindada y más que lo va a estar de cara al sábado cuando se celebre el funeral del Papa y acudan hasta aquí presidentes y jefes de Estado de medio mundo.

Es un momento de despedida pero también de reconocimiento. El Papa Francisco fue un líder religioso, sí, pero también una figura global que marcó a creyentes y no creyentes.

Su forma de hablar, sus gestos, sus decisiones, muchas veces sorprendieron, a veces dividieron, pero siempre invitaron a pensar. Hoy el mundo lo despide y lo hace en silencio, en oración o simplemente con respeto. Porque más allá de las creencias estamos ante el final de una etapa importante de la historia reciente de la Iglesia.

Y teniendo delante de mí el balcón de la Basílica de San Pedro, me viene a la cabeza esa última imagen del Papa. Este pasado domingo, el domingo de resurrección, aquí salió para dar la bendición Urbi et Orbi. Lo hizo, si es verdad, con rostro cansado, fatigado, pero quiso despedirse de todos.

Del mismo lugar en el que se presentó al mundo como Papa, en el que eligió el nombre de Francisco por su sencillez y dejó una frase para la historia. Francisco, el Papa que vino del fin del mundo, el que prefirió la sencillez al poder, la misericordia al juicio, el gesto al discurso.

Hoy recibe el homenaje silencioso de una ciudad que aprendió a quererlo y de un mundo que, aunque diverso, lo reconoció como sembrador de paz.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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