Hay un dato hoy que nos deja temblando y que es el precio del gas. Hace justo un año lo pagábamos a 20 euros el megavatio hora. Hoy lo hacemos a 200. Nos hemos comprometido con Europa en reducir el consumo un 7% para evitar desabastecimiento este otoño-invierno, pero es que ahora mismo el problema ya es el precio en sí. No hay economía familiar que soporte semejante subida. ¿Cómo no vamos a ahorrar?

¡Por la cuenta que nos tiene! Pero claro, no es lo mismo precio que escasez. El alto precio ya es un problemón en sí mismo pero la escasez nos lleva además a épocas nunca vistas en las últimas décadas.

La mayoría de nosotros somos de una generación en la que ni habíamos vivido una pandemia, ni una guerra en Europa, y que las palabras escasez y racionamiento solo las habíamos escuchado en las historias de nuestros abuelos.

Sin embargo, en los últimos meses hemos comprobado cómo ha sido eso de ir al supermercado, por ejemplo, a por aceite y encontrarnos los estantes vacíos. Y las tiendas obligadas a racionar el número de botellas por persona. Pasa hasta con los productos más insospechados, como el hielo. Lo hablamos ayer en 'La Tarde'.

Y cuando llega la escasez, llegan actitudes alucinantes. Lo del hielo parece anecdótico pero cómo te quedas si te digo que la leche también puede escasear. ¿Te imaginas que desaparezca la leche de las tiendas y los lineales de los supermercados? Pues si nadie lo remedia, esto pasará en breve. No es solo que el precio haya subido un 16%, es que pronto no habrá leche disponible.

Los elevadísimos costes de producción está llevando a los ganaderos a vender las vacas, y sin vacas no hay leche, así de simple.