

“¿Por qué no sacamos una ley que prohíba el porno en España? ¿Por qué seguimos permitiendo que destroce el cerebro de niños, genere adicción en adultos y la explotación de mujeres?"
Escucha el monólogo de Israel Remuiñán de este martes 26 de agosto
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¿Qué tal, cómo estás? Soy Israel Remuiñán y voy a estar contigo hasta las 19:00H de la tarde. En seguida te voy a contar la última hora sobre los incendios en España, que siguen golpeando con fuerza, y también hablaremos del primer paso del Gobierno para repartir ayudas.
Se trata de un trámite burocrático aprobado por el Consejo de Ministros, pero ahora comienza un largo proceso de papeleo para que las familias que lo han perdido todo en el fuego puedan cobrar esas ayudas. Sin embargo, no son muy optimistas si miran a Valencia, donde el Gobierno solo ha repartido el 37% de las ayudas prometidas por la Dana, o a La Palma, donde todavía hay familias que viven en contenedores metálicos cuatro años después del volcán.
Como te digo, en seguida explicaré cuánto podrían tardar estas ayudas, pero antes quiero detenerme en un dato que contaba Alberto Herrera esta mañana. En Reino Unido, desde hace un mes es obligatorio verificar la edad para acceder a páginas pornográficas y el consumo de pornografía entre menores ha caído un 50%. Es cierto que muchos siguen ingeniándoselas con VPN para sortear los bloqueos, pero que la mitad haya dejado de visitar estas páginas ya supone un éxito.
¿Cómo funciona? Hay varios sistemas de verificación. No basta con hacer clic en una pestaña asegurando ser mayor de 18 años, como ocurre en algunas páginas en España, sino que hay que demostrarlo. Puede hacerse presentando el carné de identidad, cuya edad y fotografía se comparan con un selfie que certifica la identidad del usuario, utilizando una tarjeta de crédito que confirma la mayoría de edad o mediante un sistema que estima la edad a través de la cara. Puede parecer ciencia ficción, pero es real, y tras un mes de aplicación los datos reflejan que el consumo de pornografía en menores británicos se ha reducido a la mitad.
Esto es un logro, porque ni el cerebro de un niño, ni el de un adolescente, y en muchos casos tampoco el de un adulto, está preparado para el tipo de contenido que ofrecen estas páginas, en ocasiones incluso con escenas de violencia extrema. ¿Sabes cuál es la edad media de acceso al porno de un niño en España? Entre los 9 y los 11 años, normalmente cuando reciben su primer móvil. El 90% de los padres niega que su hijo vea pornografía, pero el 93% de los adolescentes españoles reconoce que sí accede a estas páginas. Y aunque el consumo es mayor en los chicos, también muchas chicas ven este contenido.
Algunos psiquiatras advierten de que el cerebro de un niño o adolescente que ve pornografía puede quedar modificado de por vida. Estas imágenes llegan en pleno desarrollo, alteran el sistema de recompensa y generan la necesidad de estímulos cada vez más fuertes para lograr satisfacción.
La gran pregunta es: ¿Qué pasó con la ley que pretendía controlar el acceso de los menores a la pornografía en España? El Consejo de Ministros dio luz verde en marzo a la Ley de Protección de la Infancia, que incluye esta medida, pero aún debe pasar por el Congreso. Con la cantidad de leyes previstas para debatirse desde septiembre y la dificultad del Gobierno para alcanzar acuerdos, no parece que esta iniciativa vaya a ser una prioridad. Ojalá lo fuera, pero la realidad apunta a lo contrario.
Los expertos también alertan de los efectos en los adultos. La pornografía libera cantidades altísimas de dopamina, lo que muchos consideran una droga sin sustancia, capaz de modificar los patrones cerebrales si se consume de forma habitual y de generar adicción. Cada vez, además, con dosis más fuertes o de mayor violencia.
Desde la asociación Dale una Vuelta, que ayuda a menores y adultos con problemas de adicción a la pornografía, aseguran que cada vez más parejas se rompen por este motivo. También crece el número de adultos que piden ayuda porque no son capaces de romper con un consumo que, en muchos casos, comenzó en la adolescencia.
Es cierto que en España existe libertad, pero cabe preguntarse: ¿por qué no abrimos un debate sobre esto, como sucede con las drogas? ¿Por qué no se plantea una ley que prohíba la pornografía en España? ¿Por qué seguimos permitiendo que dañe el cerebro de los niños, genere adicción en los adultos y fomente la explotación de mujeres? La respuesta está en los intereses económicos: una industria que mueve 400 millones de euros en España. Un negocio basado en la explotación femenina, opaco, violento y peligroso.