Lleva razón la ministra de Hacienda en las declaraciones que ha hecho tras el Consejo de Ministros: no queremos una polémica a cuenta de todo. De la renovación del Consejo General del Poder Judicial, de la reforma del delito de sedición, de los indultos, de la gestión de la pandemia por la Comunidad de Madrid, de la Jefatura del Estado en forma de monarquía, de una ley educativa aprobada con un solo voto.

Nada de eso y de muchas cosas más tiene que ver con las necesidades de los ciudadanos, de la gente-gente. La última polémica la montó el propio ministro Marlaska el domingo cuando buena parte de Madrid está paralizada por la nevada y ya anticipó que no hay suficientes daños para la declaración de zona catastrófica, que ahora se llama declaración de zona afectada gravemente por una emergencia de protección civil.

El alcalde de Madrid, Almeida, tiene pendiente decidir si va a solicitar la declaración de zona catastrófica, pero en la rueda de prensa del Consejo de Ministros, Marlaska, se ha vuelto a mostrar reticente porque, dice, la ley establece unos requisitos importantes y, entre esos requisitos, está que no haya capacidad de gestión de las autonomías y que las autonomías afectadas si tenían capacidad de gestión. Las palabras de Marlaska hacen sospechar que, otra vez, el Gobierno de Sánchez actúa por criterios políticos o ideológicos.

La Ley del Sistema Nacional de Protección Civil. En octubre del año 2018, se produjo por las inundaciones en el levante balear. El presidente del Gobierno anunció la declaración de zona catastrófica en su visita a Sant Llorenç, uno de los municipios más castigados. Recibieron igual trato Artà, Capdepera y Son Servera. El Gobierno en junio del 19 declaró el estado de emergencia. Tarragona, Toledo y Madrid por los incendios a A Navarra y Orense por las inundaciones de julio de ese mismo.

Incluye ayudas a particulares, a empresas, líneas de crédito. Exenciones fiscales. Esto es un dinero importante. Pero la resistencia del Gobierno de Sánchez con Madrid no parece que se deban al huevo sino al fuero, a la animadversión política.