La Foto del Día: Era cuestión de energía y paciencia
Escucha la Foto del Día de Fernando de Haro.

Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que hoy me ha llamado la atención es una foto de una frontera por donde huyen personas con miedo y frío en el corazón. Después de pasar la barrera de control, en el camino que lleva al primer pueblo, hay tiendas de campaña, voluntarios con chalecos amarillo para atender a los recién llegados. Y hay, cosa sorprendente, un pianista. El músico se cubre con un sombrero gris y se tapa la garganta y la boca con una bufanda. Y extiende sus manos largas sobre las teclas blancas. El piano es un gran piano, pero no tiene ese aspecto de los que lucen en los salones de conciertos, no tiene el nigérrimo acharolado de sus colegas. Es más bien un piano de campaña, sin brillos. De hecho, el pianista, junto a las teclas ha depositado su teléfono movil, una botella de agua y un bocadillo. Parece una buena idea. Los refugiados llegan exhaustos, necesitan además de un café caliente, un plato de estofado y una cama para dormir. Pero también necesitan algo que empiece a curarles el alma hecha jirones. Parece una buena idea apagar la devastación con el fuego de una buena melodía. Cuando los que huyen ven de lejos al pianista les arranca una sonrisa. Pero a medida que se acercan empieza a invadirles una gran nostalgia, una gran melancolía. Recuerdan lo que han dejado atrás. Recuerdan la inocencia falta de realismo con la que pensaban que el mundo era fácil de conquistar. Era cuestión de energía y paciencia. Al escuchar con más atención los compases algo se agita dentro de ellos: la injusticia sufrida ha sido demasiado desgarradora, las fuerzas han faltado pronto. Se les revuelven las entrañas con la música. Pero sienten algo extraño, contradictorio, las notas parecen dibujar el paisaje yermo de su ánimo y al mismo tiempo les hablan de un paraíso que les resulta familiar. Quizás no ha sido una buena idea tocar para los refugiados: les revuelve. Seguramente ha sido una excelente idea: les vuelve a hacer sentir contradictoriamente humanos.



