La verdad de Rasputín sale a la luz: el místico que marcó el fin de los Románov

Su inmenso poder sobre la zarina y la misteriosa curación del zarevich se explican por una mezcla de carisma, sugestión y una inesperada clave médica

Rasputín
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Rasputín

Pedro González

Málaga - Publicado el - Actualizado

3 min lectura21:17 min escucha

Grigori Yefímovich, más conocido como Rasputín, no era sacerdote ni monje, sino un campesino siberiano convertido en guía espiritual que llegó a San Petersburgo a principios del siglo XX. En una época marcada por el misticismo y el espiritismo como reacción a la Ilustración, su figura, sucia y magnética, con una voz profunda y un tono hipnótico, empezó a ganar fama en los salones de la aristocracia. Ofrecía consuelo y dejaba en quienes le escuchaban la sensación de haber sido comprendidos como nunca antes.

El ‘milagro’ del zarevich

La llave de su acceso a la corte fue su supuesta capacidad para aliviar al zarevich Alekséi, heredero del trono que padecía hemofilia. En opinión de varios historiadores, la mejoría del niño se debió a una mezcla de factores. Por un lado, la sugestión y la calma que la presencia de Rasputín infundía en la zarina Alejandra y su entorno; por otro, una clave casi científica: Rasputín ordenó que los médicos dejaran en paz al niño.

Esta orden, probablemente sin que él mismo lo supiera, evitó que al zarevich se le siguiera suministrando aspirina, el analgésico más común de la época. Hoy se sabe que la aspirina tiene un efecto anticoagulante, lo que resultaba fatal para un hemofílico. Al apartar el fármaco, el niño mejoró, y Rasputín pasó de ser un simple místico a una figura imprescindible para la tranquilidad de la zarina.

El régimen ya estaba roto, Rasputín fue el ruido del cristal al partirse"

Guillermo Díaz

Experto en historia

La familia

La familia

La sombra del poder en palacio

Con el zar Nicolás II en el frente de la Primera Guerra Mundial, el poder de Rasputín se magnificó. Su acceso directo a la zarina, de origen alemán y vista con recelo en un país donde la germanofobia campaba a sus anchas, le permitió influir en nombramientos y destituciones. El "baile ministerial" de 1916, con numerosos cambios en el gobierno, fue atribuido a su mano, convirtiendo su sombra en la "explicación universal de todo".

Sin embargo, tanto la prensa como la Duma (asamblea rusa) inflaron su figura, sirviendo a los intereses de liberales y reaccionarios. El experto José Luis Caballero considera que no tuvo una "influencia especialmente destacada", sino que fue "un detalle más" de un régimen en plena decadencia. Como se ha señalado en el análisis de su figura, "el régimen ya estaba roto, Rasputín fue el ruido del cristal al partirse".

A esta imagen de poder se sumó la pornografía política. Aunque era "mujeriego y bebedor", la mayoría de los relatos sobre orgías y escándalos sexuales fueron propaganda y fotos trucadas diseñadas para destruir a la zarina a través de él. El famoso mito sobre su pene gigantesco, supuestamente conservado en formol, parece tener su origen en un pepino de mar exhibido en un museo.

Hay hombres que no son la enfermedad, son el síntoma que te obliga a mirarte al espejo"

Guillermo Díaz

Experto en historia

Rasputín

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Un asesinato para la leyenda

Rasputín fue asesinado en la noche del 16 de diciembre de 1916. El relato del conspirador Félix Yusúppov, que habla de pasteles con cianuro, vino envenenado y una resistencia sobrehumana a los disparos, forma parte de la leyenda. La autopsia y los documentos revelan una verdad más torpe: no hay rastro de veneno y sí tres disparos, el último de ellos a quemarropa en la cabeza, que fue el que acabó con su vida.

La leyenda se completó con una supuesta carta profética en la que Rasputín vaticinaba que, si era asesinado por nobles, la dinastía Románov caería. La carta, cuya autenticidad es muy discutida, circuló tras su muerte y encajaba a la perfección con la Revolución de Febrero de 1917. Al final, como resume una de las reflexiones del texto, "hay hombres que no son la enfermedad, son el síntoma que te obliga a mirarte al espejo", y el de Rusia en 1916 devolvía la cara de un imperio que ya estaba muerto.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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